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La verdad detrás del lactosuero: no es el villano que todos creen

Melanny Orozco 28 de Abril 2025
¿Le están mintiendo sobre la leche?Foto: Imagen de KamranAydinov en Freepik - Fedegán FNGEl lactosuero no es un demonio ni un héroe, es un ingrediente cuya evaluación debe hacerse con rigor técnico, honestidad y transparencia.

El uso de este derivado en la leche abrió un intenso debate entre nutricionistas y agroindustriales. Mientras que los primeros minimizan su valor, la agroindustria lo defiende por funcional e hidratante. Más allá de diferencias técnicas, ambos coinciden en la necesidad de informar al consumidor sin distorsiones.


El uso del lactosuero en la leche enfrenta posiciones opuestas entre nutricionistas y expertos agroindustriales, en medio de sanciones millonarias y un consumidor que quiere aprender más sobre el tema. ¿Es un ingrediente inofensivo con beneficios ocultos o una trampa nutricional? (Lea en CONtexto ganadero: Lactosueros, contrabando y otras situaciones)

La controversia por el lactosuero se reavivó tras la sanción que la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) impuso a principios de 2025 a varias empresas por adicionar esta sustancia a la leche entera. La noticia abrió nuevamente la caja de Pandora, ¿se está engañando al consumidor, o se está malinterpretando la ciencia?

En una orilla, Ricardo Arenas Ovalle, veterinario y experto en producción y calidad de leche, aseguró que “el lactosuero tiene valor nutricional porque la hidratación es parte de la nutrición”. A su juicio, su riqueza en agua y minerales lo convierten en base ideal para bebidas funcionales como las destinadas a los deportistas. En sus palabras, “no es basura, como algunos creen”.

En la otra, Alejandra Villamil, profesora de nutrición de la Universidad Javeriana, sostuvo que el lactosuero “es un subproducto con baja densidad nutricional”.

Su uso en leche reduce las proteínas y grasas, afectando la calidad del producto final. “El riesgo es que el consumidor crea que está tomando leche, cuando en realidad está consumiendo algo diluido”, afirmó la profesora.


¿Qué dice la norma?


Uno de los puntos más delicados del debate es la interpretación de la Resolución 2270 de 2023 del Ministerio de Salud. Villamil afirmó que esta regula el límite máximo permitido de lactosuero en leche.

Arenas Ovalle desmintió, “la resolución habla de 30 miligramos por litro de caseinomacropéptido, no de lactosuero. Ese marcador es natural en la leche. El tope de adición de lactosuero es, en realidad, cero”. Confundir un marcador técnico con el ingrediente, pone en entredicho a las empresas que cumplen con las normas sanitarias pero enfrentan juicios sociales por desinformación.


El lactosuero es un subproducto de la fabricación de queso que suele ser desechado. Foto: Rainer Jensen DPAdpa Picture-Alliance vía AFP.


Riesgo real o interpretativo


Villamil admitió que “no hay estudios que demuestren efectos adversos del lactosuero en la salud”. Sin embargo, insistió en que su uso disminuye la densidad nutricional del producto.

Para Arenas Ovalle, esto es una cuestión de enfoque: “Sí baja la concentración de ciertos nutrientes, pero no implica un peligro directo si se tiene una dieta balanceada. No es un riesgo de salud”.

Además, señaló una omisión importante en la visión académica: “Reducir la calidad nutricional solo al contenido proteico ignora el aporte de minerales, agua y otros elementos esenciales. La grasa, por ejemplo, también es un nutriente y no debe ser demonizada”.

Más allá del aspecto técnico, este debate reveló una fisura más profunda en la desinformación sobre el lactosuero. Arenas observó que “hay empresas con costos bajos que pueden vender leche barata sin adulterar; no siempre el precio es sinónimo de trampa”.

De acuerdo con Villamil, la preocupación radica en la protección del consumidor: “No se trata de satanizar el lactosuero, sino de defender un alimento que históricamente ha sido base nutricional del país”.


¿Un punto medio posible?


El lactosuero no es un demonio ni un héroe, es un ingrediente cuya evaluación debe hacerse con rigor técnico, honestidad y transparencia.

Aunque las diferencias entre el enfoque agroindustrial de Ricardo Arenas Ovalle y la mirada académica de Alejandra Villamil son claras, también hay coincidencias destacables (como en el bajo riesgo que representa para la salud de los consumidores).

Su preocupación radica en la calidad nutricional del producto final y en la posible confusión del consumidor frente a lo que cree que está consumiendo. (Lea en CONtexto ganadero: Lactosuero en la leche: una mezcla en donde la mayoría pierde y ganan unos pocos)

También estuvieron de acuerdo en que identificar leche adulterada sin análisis de laboratorio es casi imposible, y que la lectura crítica de etiquetas nutricionales es clave para el comprador informado.

Villamil y Arenas Ovalle reconocieron que las bebidas vegetales no pueden llamarse leche y que el rol de la leche en la dieta sigue siendo central, siempre que se adapte a las condiciones individuales de salud de cada persona.

Finalmente, el verdadero desafío para el sector no es prohibir o permitir ciegamente, sino comunicar con verdad, sin alarmismos ni intereses ocultos. En ese terreno común entre ciencia y producción, puede surgir la base para una regulación adecuada y un consumidor mejor informado.


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