Desde la detección temprana de mastitis hasta el monitoreo de comportamiento, distintos sensores están transformando el manejo sanitario en el campo. Equipos de bajo costo, datos en tiempo real y prevención efectiva permiten monitorear el estado de cada animal y mejorar la rentabilidad sin complicaciones: así es la nueva ganadería conectada.
El uso de sensores en el sector ganadero ya no es futuro, es presente. Tecnologías desarrolladas en Europa están demostrando que es posible mejorar la salud del hato, anticiparse a enfermedades y reducir pérdidas económicas de manera simple, rápida y económica. (Lea en CONtexto ganadero: 5 sensores que monitorean el comportamiento de las vacas)
Uno de los pioneros es el SensOreja, desarrollado por la empresa Agis Automatización en Holanda. Este sensor, que se ubica en la oreja izquierda de la vaca, capta sus signos vitales constantemente. Un sistema informático compara estos datos con el historial del animal y patrones de enfermedades conocidas. Si detecta una alteración, lanza una alerta automática.
La importancia de este avance radica en que permite detectar enfermedades antes de que el animal presente síntomas visibles. Esto evita contagios masivos y permite tratamientos más eficaces y oportunos.
Detectar mastitis con un vaso y un sensor
Otro avance significativo proviene del Departamento de Ingeniería Electrónica de la URV (Universidad Rovira i Virgili), donde investigadores desarrollaron un sensor de bajo costo para detectar mastitis bovina, una de las enfermedades más comunes y costosas en la producción lechera.
El dispositivo mide la conductividad eléctrica de la leche, un indicador que cambia en presencia de mastitis. Se utiliza un pequeño vaso con electrodos y un sensor de temperatura que se conecta al celular mediante NFC (la misma tecnología que usan las tarjetas de crédito). No necesita batería y su costo total no supera los cinco euros.
“Nosotros lo hemos hecho de una manera mucho más básica, con la medida indirecta que es la conductividad de la leche. Mesurándola (sic) se puede extraer si la leche y, por lo tanto, la vaca está infectada”, explica David Girbau, uno de los responsables del estudio.
Esta solución permite a los ganaderos contar con un sistema de alerta precoz, sin necesidad de costosos equipos ni intervenciones complejas. Además, los datos pueden almacenarse en la nube, facilitando un control constante del hato.
Vacas que "hablan" con sus rutinas
Por otro lado, la empresa Cowmanager apostó por un enfoque basado en el monitoreo del comportamiento animal. Sus sensores identifican cambios en la rutina diaria de las vacas: si rumian menos, si comen distinto o si se mueven de forma inusual.
Según Sebastián Gigena, representante de la empresa en Argentina, “cada vez que la rutina o el comportamiento se altera, puede haber necesidad de alguna acción reproductiva, o bien puede haber algún tema de salud, que haga que la vaca esté comiendo mal y que su rumia se altere”.
Este sistema permite actuar antes de que el problema se agrave, mejorando el bienestar animal y la rentabilidad del tambo. En otras palabras, las vacas comienzan a hablar a través de los datos, y el productor que sepa escucharlas, gana.
Más poder al veterinario
Consultado sobre el impacto de estas tecnologías en la práctica veterinaria, el médico veterinario Luis Herrera Ortiz, con más de 20 años de experiencia en salud animal, asegura que estamos frente a un cambio profundo.
“Estos sensores no vienen a reemplazar al veterinario, vienen a darle más poder. Nos permiten tomar decisiones con datos, no con suposiciones, y eso mejora la precisión del diagnóstico y el tratamiento”, afirma.
Según Herrera, la clave está en combinar experiencia clínica con herramientas digitales. “Los sensores detectan, pero el veterinario interpreta. Juntos, logramos que los animales estén mejor atendidos y el productor tenga más control de su inversión.”
Para el especialista, el uso de sensores ya no es opcional, sino parte del nuevo estándar. “Si queremos una ganadería rentable, eficiente y responsable, estas tecnologías deben estar presentes. No hay vuelta atrás”, concluye.