El uso de maquinaria especializada, fertilización controlada y manejo responsable de plagas son prácticas que ya están mejorando los rendimientos en departamentos como el Tolima. Sin embargo, otras zonas aún enfrentan desafíos por métodos tradicionales.
Pedro Ospina, ingeniero agrónomo y creador de contenido en 100_Campo, explicó en entrevista para este medio que “en el Tolima se implementan técnicas como el trasplante mecanizado y la siembra directa, utilizando maquinaria que deposita la semilla directamente en el suelo”.
Esta tecnología permite una siembra uniforme y controlada, lo que se traduce en mejores resultados al final del ciclo productivo. (Lea en CONtexto ganadero: Conozca estrategias para mejorar la competitividad del cultivo de arroz)
Por otro lado, en departamentos como el Meta, aún se usa el método tradicional de “chispear” las semillas sobre el terreno sin riego, lo que deja la producción a merced del clima. Según Ospina, esta diferencia incide directamente en los niveles de productividad y estabilidad del cultivo.
Siembra precisa
En Ambalema, al norte del Tolima, la mayoría del cultivo se hace por siembra directa.
“Se utilizan máquinas que calibran la densidad de siembra, actualmente entre 150 y 180, dependiendo de la variedad utilizada. Estas máquinas permiten una germinación eficiente, fundamental para lograr una buena producción”, señaló Ospina.
Uno de los errores frecuentes en otros territorios es no preparar bien el terreno antes de sembrar. Un lote con presencia de malezas puede comprometer todo el ciclo, porque estas compiten con el arroz por nutrientes, luz y espacio.
Para evitarlo, se aplican herbicidas en fases tempranas y luego se realiza el despalille, una labor manual para eliminar las malezas restantes.
“El despalille es el paso final, similar a un maquillaje del lote. Consiste en eliminar manualmente las malezas restantes tras los controles químicos, para que el arroz paddy llegue lo más limpio posible al molino, evitando penalizaciones por impurezas”, explicó.
Uno de los errores frecuentes en otros territorios es no preparar bien el terreno antes de sembrar el arroz. Foto: agenciadenoticias.unal.edu.co
Fertilización y control de plagas
La nutrición del arroz es otro pilar de una buena cosecha. Se utilizan fertilizantes como urea, sulfatos, KCl, y formas de fósforo como MAP o DAP, pero todo comienza con un análisis de suelo.
“El manejo adecuado de estos insumos comienza con un análisis de suelo, que permite a los ingenieros agrónomos determinar las cantidades y los materiales más adecuados para cada lote”, anotó.
Ese control preciso se complementa con el uso de fertilizantes de alta eficiencia, como urea recubierta y ácido fosfórico, que minimizan las pérdidas y maximizan la absorción.
El manejo de plagas también ha evolucionado. Ospina advirtió que un uso excesivo de insecticidas puede dañar a insectos benéficos como las abejas, fundamentales en la polinización.
Por eso, se prioriza un manejo más amigable. “Evito aplicar moléculas muy fuertes, como el tiametoxam, que mata abejas. Se debe hacer un manejo suave con el medio ambiente”, aclaró. (Lea en CONtexto ganadero: Nuevas tecnologías para el uso eficiente del agua en cultivos de arroz)
Durante el ciclo del cultivo, distintas plagas atacan en momentos clave. En el macollamiento aparecen barrenadores, en el embuchamiento llegan larvas y gusanos, y en la espiga actúan los chinches, que succionan el grano cuando aún es blando.
“Cuando el arroz se espiga, los insectos importantes son los chupadores o chinches, que buscan alimentarse del grano cuando está en su etapa lechosa y pastosa”, señaló.
Frente a estas amenazas, Ospina recomienda extractos naturales como neem, ajo o ají, que actúan como repelentes sin comprometer el equilibrio ecológico del cultivo.
Como concluye Pedro Ospina, “el control de insectos debe ser muy cuidadoso y siempre teniendo en cuenta el equilibrio con el medio ambiente”.
Esa visión integral es la que está marcando el rumbo de una producción de arroz más técnica, rentable y sostenible en Colombia.