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Foto: chilebio.cl

agricultura

Biotecnología puede ser una gran aliada para el cambio climático

por: - 31 de Diciembre 1969

Para Paul Chavarriaga, las nuevas tecnologías no resolverán los grandes problemas estructurales, pero sí puede ofrecer soluciones localizadas en materia productiva y climática.

Para Paul Chavarriaga, las nuevas tecnologías no resolverán los grandes problemas estructurales, pero sí puede ofrecer soluciones localizadas en materia productiva y climática.

Como parte de la serie de charlas Es el momento del campo de la Sociedad de Agricultores Colombianos (SAC), se dio un espacio para charlar sobre los cultivos del futuro con el PhD. Paul Chavarriaga, líder de la plataforma de transformación y edición de genomas de la Alianza Bioversity-CIAT.

Durante la conversación, el científico experto en mejoramiento de cultivos explicó la relación entre cambio climático y agricultura, y cómo esta conexión viene cambiando el paradigma al momento de mejorar las plantas que en la actualidad son cultivos de interés comercial.

Para Chavarriaga, estamos obligados a pensar y responder de una manera diferente: “El clima siempre ha estado cambiando. Ahora estamos entrando en un nuevo periodo de cambio evidentemente impulsado por la actividad humana. Antes nos tomábamos más tiempo en establecer un programa de mejoramiento que duraba 15 o 20 años; pero hoy el cambio es tan severo y tan rápido que nos está obligando a repensar cómo hacemos lo mismo pero más rápido”.

Viejos problemas, nuevos retos

Sin embargo, aclaró, estos retos que el cambio climático le trae a la agricultura no son nuevos. Las altas temperaturas, las heladas, las sequías, las inundaciones, además de plagas y enfermedades, son eventos que siempre han existido pero que se agudizarán y serán más recurrentes, amenazando así la viabilidad de algunos cultivos claves en la dieta de diferentes poblaciones a nivel mundial.

“Ya es muy difícil programar una siembra. Por ejemplo, hablando de yuca, en la costa norte de Colombia se siembra para que la lluvia llegue y la haga brotar. Eso se esperaba en ciertos meses; hoy en día no es así. Es muy complicado seguir en la misma tónica, tenemos que hacerlo diferente y más rápido porque el cambio climatico está aquí poniendo mucha presión”.

Según Chavarriaga, este escenario nos impone una nueva forma de desarrollar variedades nuevas que respondan a esos eventos o necesidades, y una de esas formas es la innovación que ofrece la biotecnología moderna aplicada a la agricultura. “Hoy en día hay más información de los genomas de los cultivos como cacao, arroz, yuca, etc., y tenemos más información sobre la interación de los genomas y las plagas o los estreses abióticos. Eso nos ayuda a hacer una mejora más específica”.

La biotecnología para solucionar problemas locales

Para el experto, las tecnologías nuevas de mejoramiento no resolverán por sí solas problemas estructurales globales que no se han podido resolver —como la desigualdad en la distribución de alimentos— pero sí puede ofrecer soluciones localizadas.

“Un ejemplo es la yuca transgénica desarrollada en Kenia por investigadores nacionales para resistir a uno de los virus más severos que existen en el continente, y que será utilizada en mejoramiento convencional para transferirle esa característica a otros cultivares de interés local”, mencionó.

Además se refirió a la reciente aprobación del arroz dorado en Filipinas, un transgénico diseñado para producir betacaroteno para cubrir la deficiencia de vitamina A en niños y que tardó décadas en ser aprobado por presión de grupos activistas. Para Chavarriaga, atacar un problema local de salud pública con alimentos enriquecidos nutricionalmente es una gran estrategia pues, en el caso del arroz dorado, es una comida muy presente en la dieta diaria de estas comunidades y siempre será consumido, a diferencia de los suplementos en pastillas.

Por eso resalta que ahora se están viendo esfuerzos localizados que muestran que la percepción de los países que antes podían ser reticentes a aceptar estas tecnologías, ahora se están dando cuenta que no sólo sirven para megacultivos, como el maíz y el algodón, sino que también son útiles para solucionar problemas más pequeños pero muy importantes para determinadas comunidades.