El término ha cobrado relevancia en el ámbito internacional. Aunque la intención de este concepto es proteger el medio ambiente, hay preocupaciones sobre cómo podría estigmatizar a sectores productivos como la agricultura y la ganadería, afectando a los campesinos y ganaderos.
El ecocidio, definido como la destrucción a gran escala de ecosistemas, está en el centro del debate internacional, especialmente en eventos como el Foro de Davos.
Sin embargo, muchos advierten que este concepto podría ser utilizado de manera injusta para criminalizar a los agricultores y ganaderos, acusándolos de dañar el medio ambiente sin considerar las circunstancias ni las soluciones reales.
¿Qué es el ecocidio?
El término “ecocidio” proviene de la combinación de dos palabras: “eco” (referente al medio ambiente) y “cidio” (matar). En su definición más amplia, se refiere a la destrucción masiva e irreversible de ecosistemas naturales que puede poner en peligro la vida en el planeta. Aunque es un concepto que ha ganado terreno en los últimos años, aún no está formalmente reconocido como un crimen internacional.
Según el Instituto de Estudios Estratégicos y Energéticos (IEEE), la propuesta de considerar el ecocidio como un crimen internacional surgió de la preocupación global por los efectos catastróficos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
La idea es incluirlo en la Corte Penal Internacional, similar a los crímenes de guerra y genocidio. En teoría, esto podría permitir que individuos o empresas responsables de destruir ecosistemas sean procesados judicialmente.
Sin embargo, las críticas al concepto se centran en su posible abuso. En particular, se teme que se utilice para responsabilizar a quienes dependen de actividades como la agricultura y la ganadería, sectores que muchas veces son vistos como contribuyentes a la deforestación o al uso intensivo de recursos naturales. Esto podría generar una estigmatización de los pequeños productores, especialmente aquellos que trabajan en áreas rurales.
Justicia o estigmatización
En el contexto de la agricultura y la ganadería, muchos productores temen que el ecocidio pueda convertirse en una herramienta para criminalizar su trabajo. En muchos países, estas actividades son esenciales para la economía local, pero también implican una interacción directa con los ecosistemas naturales, lo que a veces lleva a consecuencias ambientales no deseadas.
Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más del 60 % de la deforestación mundial está relacionada con la expansión de la agricultura, especialmente en áreas como América Latina y África.
En Colombia, tal como ha sido denunciado por políticos como la senadora María Fernanda Cabal, han sido los grupos narcoterroristas los principales perpetradores de ecocidios.
Aunque esto plantea un desafío real para la sostenibilidad, muchos productores están implementando prácticas más responsables, como la ganadería regenerativa y la agricultura sostenible.
El riesgo radica en que el ecocidio, si se malinterpreta o se aplica de manera inadecuada, podría llevar a que estos productores sean acusados injustamente. Por ejemplo, un ganadero que realiza prácticas de pastoreo en una zona de alto valor ecológico podría ser acusado de contribuir al ecocidio, a pesar de que su actividad no sea necesariamente la principal causa de la destrucción ambiental.
Ecocidio en cifras
Aunque el ecocidio aún no está formalmente reconocido como un crimen internacional, existen estadísticas preocupantes sobre la degradación ambiental global. Según el informe Global Environment Outlook (GEO) de la ONU, más de 75 % de la superficie terrestre ha sido significativamente alterada por la actividad humana, incluyendo la agricultura y la ganadería. De hecho, las actividades humanas han causado la extinción de más de 1.000 especies en los últimos 50 años, lo que podría ser considerado como un ecocidio en términos de pérdida de biodiversidad.
A nivel mundial, la deforestación es una de las principales actividades responsables de la destrucción de ecosistemas. Según datos del Banco Mundial, cada año se pierden alrededor de 10 millones de hectáreas de bosques, equivalente a un área del tamaño de Islandia. Aunque muchas de estas pérdidas están relacionadas con la agricultura y la ganadería, también tienen que ver con la urbanización y la minería.
El Foro de Davos
El Foro Económico Mundial, o Foro de Davos, ha sido un punto de encuentro clave para discutir soluciones a los problemas ambientales globales. En su edición de 2024, se discutió la posibilidad de incorporar el ecocidio como un delito internacional, lo que abrió el debate sobre sus posibles implicaciones.
A lo largo de los años, Davos ha sido un foro donde se han presentado soluciones a crisis globales como el cambio climático, la pobreza y la desigualdad. Sin embargo, también ha sido criticado por representar principalmente a las élites económicas y políticas, quienes a veces son vistas como desconectadas de la realidad de los pequeños productores.
Por ello, el temor es que las medidas propuestas, como la criminalización del ecocidio, puedan perjudicar a aquellos que ya luchan por mantener prácticas agrícolas y ganaderas sostenibles.
Aunque el ecocidio tiene como objetivo proteger el medio ambiente, existe un riesgo real de que se convierta en una herramienta de criminalización para aquellos que dependen de la tierra para su sustento.
La clave estará en encontrar un equilibrio entre la protección de los ecosistemas y el apoyo a los sectores productivos que juegan un papel crucial en la seguridad alimentaria y la economía global.