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columna

Ahora sí: nos entregaron

por: Fernando Londoño- 31 de Diciembre 1969

Ya sabíamos que las encuetas de Invamer y de Datexco iban a producir una de esas convulsiones que sacuden el alma del presidente cuando ve en peligro lo único que en la vida le importa, que es su imagen.

Ya sabíamos que las encuetas de Invamer y de Datexco iban a producir una de esas convulsiones que sacuden el alma del presidente cuando ve en peligro lo único que en la vida le importa, que es su imagen. Lo que para ser francos, no es mucho para importarle a alguien. Pero así son los narcisos, desde el mito griego. Los que se quedan embelesados mirándose en el estanque, hasta que llegan los perros salvajes y se los comen.   Ese movimiento nervioso tenía que llegar por donde Juanpa más niega. Esa es otra característica de su personalidad, enfermiza y elemental. Cuando niega mucho, es porque lo tiene listo. Como cuando negaba que tenía conversaciones en Cuba con las Farc, como cuando negaba que fueron las Farc las que quisieron asesinarnos, con órdenes provenientes de Cuba, o ahora, cuando negó un millón de veces que no pactaría lo que llama el cese bilateral del fuego. Pues como ya lo habíamos dicho, tantas veces como lo negaba, era porque esa criatura maldita estaba por nacer.   Como todas las cosas de este drama, con el que Juanpa quiere distraer los problemas terribles que aquejan a los colombianos, la inseguridad, la pobreza, el desempleo, la quiebra de los hospitales, la mediocridad de la educación, la falta de competitividad del país, la carencia de techo, la quiebra de la industria y del campo, todo queda por definir, por precisar, por aclarar.   Nunca supimos en qué consistían los “ceses” de las Farc. Jamás vimos que devolvieran los niños reclutados; nunca supimos que renunciaban al narcotráfico; ni una vez anunciaron que dejarían atrás la práctica de destruir los ríos para robar oro, o la de contrabandear para lavar sus activos, o la de extorsionar a todo ser vivo que se mueva por sus dominios, o la de poner lindas minas para volar niños campesinos. Jamás.   Pues ahora tampoco lo sabremos. Los niños y los secuestrados, se quedarán en el olvido; el departamento de voladura de oleoductos pasa entero en sus socios del ELN; la siembra, procesamiento y venta de coca y cocaína van a poder de las BACRIM, sus otros socios. El contrabando a los contrabandistas y así sucesivamente.   Lo que nos queda claro es aquello del “desescalamiento”, que consiste en que el Ejército y la Policía se quedan en los cuarteles. La cuestión será fácilmente verificable, como cualquiera entiende. Los bombardeos están prohibidos desde hace tiempo, y el “descache” de Guapi le costó la baja al comandante de la Fuerza Aérea.   En ese lindo ambiente, se desarrollarán las elecciones de octubre. Los que no comulgan con la izquierda marxista no podrán asomar sus narices por las zonas prohibidas. No por miedo a las Farc, sino a tanto bandido suelto que no entiende de ceses ni desescalamientos. Desde Adan Smith no se había logrado una división del trabajo tan perfecta ni eficaz.   Después llega lo mejor del cuento. Juanpa viene negando que las Farc gozarán de impunidad plena. Lo que significa que la tiene preparada. No olviden que él es así. La participación en política será la mar de emocionante. Márquez entrando al Congreso con esas lindas camisas que compra en Cuba, acompañado de la holandesa, para que le traduzca lo que no entiende, será un espectáculo que nunca olvidaremos. Los 20 o 40 bandidos con los que nos vamos a reconciliar, jurando cumplir la Constitución y la Ley, nos harán saltar lágrimas de alegría. Seguramente irán acompañados por Cepeda, la Córdoba y por Enriquito, que ya estará escribiendo el mejor de sus libros: “Así terminó todo”. Y es que no sería justo que los hicieran subir solitos las gradas del Capitolio. Miren que no faltará algún periodista despistado que les pregunte quién era el tal Nuñez por cuya estatua pasarían o si ese tipo a caballo que anda en la plaza sería el último ganador del concurso de paso fino.   Los países garantes, tan confiables como Noruega y Cuba, han pensado en todo. A una cosa tan importante había que ponerle un fiador moral. Alguien que reuniera toda la voluntad de los colombianos en horas tan decisivas. Y se acordaron de Ernesto Samper, faro de luz en nuestra negra noche de violencia y corruptelas. A falta del Papa Francisco, que se negó para el encargo, quedaba Samper. Con eso se le darán garantías a los carteles de la droga, que se podrían sentir excluidos si no se escoge uno de su equipo, para que los represente.   Nos cayó encima el cese bilateral. Los bandidos al poder y Juanpa a la ONU o al premio Nobel. Y los que estamos en desacuerdo con el circo, a recibir el merecido. Para ese noventa y algo por ciento de colombianos, quedará bien un par de balazos por cabeza. A ver si por fin entendemos.