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columna

Antropoceno, la era de la especie humana

por: - 31 de Diciembre 1969

Si verdaderamente queremos que nuestra especie y lo que queda de las demás puedan seguir habitando la Tierra, nos corresponde, como ciudadanos del planeta, asumir nuestra responsabilidad.

La Tierra ha pasado por distintas etapas geológicas a través de las cuales, entre otros, la vida ha evolucionado hacia formas muy complejas. Nos encontramos en la era denominada Holoceno, que se inició hace cerca de 11.700 años, caracterizada por su estabilidad climática.

Esa estabilidad se está alterando como resultado de las acciones humanas, razón por la cual ha ganado fuerza en el presente siglo la propuesta de denominar Antropoceno (la época geológica de los seres humanos) a la era actual.

Lo anterior, debido a que estamos generando calentamiento global, deforestación de amplias zonas de bosques, deterioro del océano, las fuentes de agua dulce y los suelos, así como la sexta extinción masiva de especies desde la aparición de la vida, hace 3.800 millones de años.

La Gran Aceleración de la economía que se generó después de la segunda guerra mundial, trajo consigo un aumento significativo del PIB global y progresos importantes para la humanidad en disminución de la pobreza, mejoras en los niveles educativos, de salud, expectativa de vida, nutrición, alfabetización y disminución de la mortalidad, por citar sólo algunos indicadores. Desafortunadamente, también está causando sobre explotación y degradación de los recursos naturales.

En 2009 un grupo de científicos del Stockholm Resilience Centre y de la Australian Nacional University, propuso el concepto de los Límites Planetarios, que integran 9 procesos indispensables para la estabilidad del planeta, definiendo niveles máximos para cada uno de ellos, a partir de los cuales dispondríamos de un margen razonable, antes que surjan cambios impredecibles y de consecuencias muy negativas para nuestra existencia.

Ya hemos sobrepasado los límites de 4 de los procesos: A. El Cambio climático (la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera), B. La tasa de pérdida de la biodiversidad, C. Los ciclos globales del nitrógeno y el fósforo (afectados especialmente por la fertilización química aplicada en cultivos y praderas) y D. Cambios en el uso del suelo (relacionados principalmente con la deforestación).

Lo que estamos poniendo en peligro es la vida tal como la conocemos, no tanto la existencia del planeta.

El aumento de la población, pero sobre todo el consumismo, acompañado de la cultura del desperdicio, han disparado los requerimientos de recursos naturales. Se estima que en el siglo XXI la población mundial crezca unos 5.000 millones de personas; si continuamos con el nivel actual de consumo, se necesitarían el triple de recursos naturales para atenderlo. Una cantidad que claramente no existe.

Además de la sobre explotación de los recursos naturales, estamos contaminando y llenando el planeta de basura. Según el Banco Mundial, en el 2016 se produjeron 2.010 millones de toneladas de desechos sólidos, de los cuales 242 eran de plástico. Hace varias décadas, la mayor fuente de contaminación del agua era la materia orgánica; actualmente se ha incrementado la contaminación química, que incluye detergentes, metales, pesticidas, fertilizantes y residuos de medicamentos.

Todos, en mayor o menor proporción hemos experimentado esta situación. Más allá de lo que puedan hacer los políticos y los científicos por encontrar soluciones para frenar los daños que estamos causando, como ciudadanos del planeta, nos corresponde asumir nuestra responsabilidad, si verdaderamente queremos que nuestra especie y lo que queda de las demás, puedan seguir habitando la Tierra.

Lo anterior implicará, por lo menos: quemar menos combustibles, reforestar, antes que talar bosques, proteger la biodiversidad, usar menos plástico (dejando de adquirir productos desechables), comprar sólo lo que podemos consumir o usar, para generar menos desperdicio, clasificar la basura, reciclar, reutilizar, compostar los desechos orgánicos de la finca e implementar prácticas sostenibles de producción.