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columna

Bienvenido el debate lácteo

por: José Félix Lafaurie Rivera- 31 de Diciembre 1969

Muchos niños en las ciudades no alcanzan a relacionar la leche con el animal que la produce, lo cual no es de extrañar, pues sus padres, cuando toman una caja de la góndola en el supermercado, también están lejos de relacionarla con todo el proceso de agregación de valor a partir del esfuerzo del ganadero.

Gran parte de la producción de leche en Colombia se origina en predios con menos de 10 animales, donde miles de pequeños ganaderos, muchos en condición de pobreza, madrugan al ordeño y esperan la quincena lechera como su ingreso seguro para sobrellevar la difícil vida campesina. Por eso, los temas del precio y la seguridad de compra de su leche son de subsistencia, no solo para ese pequeño productor, sino para los medianos y grandes ganaderos, a quienes cada vez les cuadran menos las cuentas.

Producir leche no es fácil, sobre todo en el altiplano y con razas especializadas. El ordeño es diario, los animales son delicados, deben disponer de pasturas y, generalmente, son suplementados con concentrados y otro tipo de productos. Pero el abono y las semillas cuestan, el ordeño cuesta, los concentrados y la sal cuestan, el silo, el heno, la melaza y otros suplementos cuestan, las medicinas cuestan y, por supuesto, el ganadero tiene derecho a la utilidad que remunere su esfuerzo.

Todos estos costos y expectativas se suplen con un precio que, en promedio, para 2014 fue inferior a $900/litro en el mercado formal, y lo grave es que, aun siendo insuficiente, es superior al pagado en países con mayor tecnología y productividad, los mismos con los que se han suscrito TLC que, ahora mismo, permitirían importar hasta 52 mil toneladas libres de arancel, además de las que puedan entrar fraudulentamente con el mismo beneficio, como ya sucedió, si no se establecen controles al ingreso de los contingentes aprobados.

Una tonelada de leche en polvo producida en Colombia cuesta $9 millones 900 mil, mientras el precio internalizado –incluidos fletes e impuestos– de una importada apenas alcanza $8 millones 200 mil, una diferencia significativa a pesar del impacto favorable de la devaluación reciente. Para llegar al equilibrio, es decir, para que a la industria le fuera indiferente abastecerse en el país o en el exterior, la tonelada importada debería llegar a USD$3.556 –hoy está en USD$2.960– o el dólar a $2.940, o una combinación de los 2 factores. Mientras ello no suceda, la tendencia es a copar los contingentes de importaciones sin arancel, con la consecuente enlechada y caída del precio al productor.

Estamos frente a una amenaza de alto impacto social en el campo. Son cerca de 300 mil familias que derivan parcial o totalmente su sustento de la producción de leche. De ahí la importancia del debate propuesto por Asoleche, para formalizar, de una vez por todas, las relaciones entre la industria y el ganadero como proveedor de su insumo básico.

Hoy, como nunca, encontramos coincidencias con los planteamientos del gremio ganadero: contratos de proveeduría, diversificación del mercado hacia los estratos de bajos ingresos, ampliación de los programas asistenciales del Gobierno, incremento sustantivo del procesamiento formal, que hoy no sobrepasa el 50 % de los 6.700 millones de litros producidos por la ganadería.

Así pues, bienvenido el debate. El gremio ganadero le ha pedido al ministro Iragorri que lo ordene y dirija, con la convicción de que conoce el problema integralmente y tiene la voluntad para avanzar hacia una solución.

Nota bene. Jordania otorgó admisibilidad a la carne colombiana. Comparto con el Ica, Invima y Procolombia, el éxito de la reciente gira comercial que realizamos. Ahora vamos por Egipto.

@jflafaurie