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columna

¿Cómo nos fue en 2017?

por: - 31 de Diciembre 1969

El jueves pasado el DANE entregó las cifras de PIB para el año 2017, las cuales muestran un estado económico bastante sensible para el país. Para la ganadería los resultados son más agrios que dulces. El sacrificio de ganado bovino registró caída, explicada en buena razón por el contrabando desde Venezuela y el incremento del sacrificio clandestino, mientras que en leche muestra recuperación, la cual esconde sus graves problemáticas.

No es desconocido que el contrabando de bovinos y de carne es un negocio demasiado rentable, pues los precios relativos entre Venezuela y Colombia hacen del peso una moneda más fuerte.   Además los diferenciales cambiarios para quienes contrabandean desde el vecino país, es demasiado atractivo. Ellos adquieren dólares en Colombia y luego los llevan al mercado negro de divisas en Venezuela, en donde obtienen márgenes superiores al 600 por ciento solo en precios, y de más de 7 mil por ciento entre tasas oficiales y paralelas.   A lo anterior hay que sumarle el sacrificio clandestino, que ha terminado compitiendo de manera ilegal contra la industria formal la cual debe pagar impuestos, salarios y cargas financieras y administrativas.   Lo lamentable es que no es una problemática nueva pero sí es creciente. Según las mismas cifras históricas del DANE, desde 2013 el sacrifico de bovinos registra caídas sistemáticas que a 2017 acumulan un decrecimiento superior al doce por ciento. No significa esto que la población no esté consumiendo carne, pero sí mucha la está adquiriendo con origen clandestino, seguramente sin saberlo.   En la producción de leche, el DANE reportó un crecimiento de 10,9 por ciento para 2017. Podría ser un dato alentador haber alcanzado los 7.090 millones de litros, sin embargo este crecimiento es la recuperación de la tendencia luego que en 2014, 2015 y 2016 los fenómenos climáticos la contrajeran en más de seis por ciento. En otras palabras, por los 7 mil millones de litros debimos haber pasado hace un par de años.   Sin embargo la crisis del sector se debe al descalce entre la producción –que creció casi once por ciento–, y el acopio de la industria –que solo lo hizo en cinco por ciento–. Por supuesto que se aplaude el esfuerzo industrial, pero no es suficiente sabiendo que los estratos bajos no consumen leche en Colombia dado el alto nivel de precios al consumidor.   Los ganaderos hacen la tarea. Produjeron la cantidad suficiente de animales vivos para abastecer el mercado interno de carne, exportar (a pesar del problema aftoso), y además mantener al margen las importaciones de cárnicos. Sin embargo la respuesta institucional para controlar la ilegalidad aún no es efectiva y el resultado es la contracción de su PIB.   En el caso lechero, la tarea también fue hecha, con un amplio crecimiento de la producción; sin embargo la industria no se articula al productor y lejos de pagarle lo justo termina inventando figuras como el precio competitivo de exportación que no le contribuyen al ganadero.   Para que 2018 sea un año de crecimiento y desarrollo real del sector ganadero y de sus cadenas de valor es necesario que se le dé la mirada que se merece a la ganadería con políticas públicas efectivas para el sector que más genera empleos y riqueza en el sector rural.