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Ariel Fernando Galvis

columna

Corridas, corralejas y coleo, este es solo el comienzo

por: Ariel Fernando Galvis- 31 de Diciembre 1969


La noticia de la semana fue un golpe al corazón de nosotros, los agropecuarios. La decisión de la Corte Constitucional de declarar ajustada a la Constitución la Ley 2385 de 2024 y de paso declarar inconstitucional el parágrafo que excluía del veto a actividades como corralejas, coleo y peleas de gallos, extendiendo la prohibición a estas expresiones culturales, fue eso, un golpe al alma, un regalo más de los progresistas para los que dicen llamar “su gente”, la gente del pueblo, los campesinos, los agropecuarios, esos que tanto dice defender este gobierno.

Es que seguramente para quien haya sido criado en la ciudad, y no tenga ninguna cercanía con el pueblo o con el campo, esta decisión no tiene ninguna importancia, o peor aún, les parece digna de aplauso. Lo celebran desde el desconocimiento de lo que significa el arraigo popular, la tradición cultural campesina y el valor que ha tenido en la construcción de nuestra comunidad.

Que había que regularlo, eso es otra cosa; para darle seguridad a los animales y a los espectadores, pero acabar de tajo con lo que ha significado la mayor actividad de entretenimiento popular en muchas zonas del país, no era el camino. Eso sucede cuando quien toma las decisiones carece totalmente de empatía.

Las actividades que quedarán prohibidas a partir del 2028 son: corridas de toros, rejoneo, novilladas, becerradas, tientas (pruebas de bravura para animales de lidia), coleo, corralejas y peleas de gallos. El alto tribunal aclaró que las cabalgatas no hacen parte de esta prohibición.

La Corte Constitucional es la ultima instancia, no hay apelación posible, nos quedan pocos caminos; acudir a organismos internacionales, como la CIDH argumentando la violación al derecho a la identidad cultural y a las tradiciones comunitarias, es una posibilidad con poca probabilidad de éxito, y desde adentro solo nos queda poder influir en cómo se implementa la ley, es decir, en la reglamentación de la transición y en los programas de reconversión laboral o cultural.

Como muchas otras cosas que están sucediendo en este país, lo vimos venir; pero no supimos detenerlo. Nos falta lobby, y ellos – los colectivos animalistas- son expertos en eso, no descansan, no se distraen, tienen un solo objetivo: golpear desde su ignorancia y radicalismo todo aquello que implique el uso de animales. Y es aquí donde debemos preocuparnos, lo que ha sucedido es apenas el comienzo, la amenaza es grande; en adelante vendrá el lobby para buscar acciones que regulen, prohíban, limiten y desprestigien, las actividades pecuarias, los confinamientos, el sacrificio, el transporte, incluso el consumo de proteína animal – no olvidemos que la mayoría son veganos radicales que odian la proteína animal-.

Los colectivos animalistas no son un par de personajes sin oficio, no hay que menospreciarlos, son parte de organizaciones internaciones, tienen apoyo político, logístico y económico para hacer su gestión. Son ellos mismos los que han estado detrás de la intención de prohibir y regular la exportación de animales en pie en Colombia, en Nueva Zelanda ya lograron prohibir la exportación de ganado en barcos. Hacen lobby, -político y empresarial- tienen un discurso mediático, tienen contactos y personas influyentes, y trabajan sin descanso en eso.

Han logrado entre otras cosas que cadenas globales como McDonald’s, Burger King, Nestlé y Unilever se comprometieran a usar solo huevos libres de jaula en toda su cadena de suministro en Estados Unidos, y algunos países de Latinoamérica. En Europa han logrado consolidar campañas muy grandes de desprestigio de la carne bovina, en España y Francia han puesto en la agenda de la política publica el debate sobre la “reducción del consumo de carne”, con recomendaciones oficiales de disminuir proteína animal por razones de salud y sostenibilidad.

Hay que ponerle cuidado, esto con seguridad apenas está comenzando.