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Cuando los pajaritos rebuznan

Por - 01 de Marzo 2023

Los lectores más suspicaces ya habrán adivinado que el título no se refiere a otra cosa que a las Redes Sociales.

Pero no se trata de que un pájaro pueda rebuznar y de aquella “invasión de los tontos” que denunciaba Umberto Eco cuando Internet equipara los derechos de opinión de un Premio Nobel a una legión de imbéciles.

Sería intolerable que un asno de una oceánica ignorancia se permitiera la arrogancia de criticar una herramienta de comunicación que nos permite a todos interactuar y participar en esta enorme “aldea global” de McLuhan.

Ya se ha dicho que con estas herramientas hubiera sido imposible que sucediera la infamia de Auschwitz o la impunidad estalinista de los Gulag, y que, probablemente, la inmediatez de un tuit, de un Instagram o cualquier hashtag ha salvado vidas y ha podido denunciar infinidad de asuntos cotidianos, que por callados y taciturnos, pasan de largo en el más absoluto anonimato.

Aún así, también hay que decir que la ortodoxa calidad de la información y la supuesta soberanía del “Cuarto poder” de la prensa ha quedado en cuestión por una especie de nuevo gobierno de la muchedumbre o de una oclocracia, como “poder de la turba”, de un ruido que desvirtúa la esencia de la narración y del razonamiento ponderado y argumentado de los acontecimientos.

Hasta el más cauto de los analistas se atrevería a decir que la prensa, tal como la entendíamos, está hoy a merced de la influencia de las “High-tech” de la información estreñida en unos pocos caracteres, de un “fast food” de la comunicación que ya no nos lleva más que a una esclerosis de la observación pausada y digestiva de la realidad.

Pero, ¿es el dilema de las Redes el verdadero dilema de la información? - ¿Son las Redes, en la sociedad de la información y como nueva arquitectura comunicativa lo que, de verdad, tiene que preocuparnos? - ¿No será, tal vez, que el tránsito de datos (Big Data) está permitiendo una “recolección” de información residual con la que las grandes compañías de la información son capaces de procesar todos nuestros movimientos, todas nuestras preferencias, todos nuestros patrones conductuales para ser predictivos y anticiparse a nuestros deseos como materia prima de intereses lucrativos y comerciales?

Vamos a poner algunos ejemplos:

La tecnología GPS puede saber en qué lugar vives y detectar los restaurantes que frecuentas, y, por lo tanto tus preferencias gastronómicas. Un algoritmo puede descifrar esas preferencias y, automáticamente, te llegará a tu smartphone el anuncio de determinado restaurante de pasta con sugerentes fotos de deliciosos platos y, además, con un atractivo descuento.

Un algoritmo predijo un embarazo antes de que la mujer lo supiera. El embarazo desarrolla una sensibilidad olfativa peculiar y detectó que la mujer cambió la marca de shampoo acostumbrada por otro de olores más naturales y, sorprendentemente, le empezaron a llegar anuncios de productos de bebé. Lo que parecía un proceso casual e indetectable no era más que la detección de un modelo conductual que sugería un embarazo y la consiguiente manipulación de una publicidad dirigida y personalizada.

El “Pokemon GO” está diseñado en base al Google earth y, al final, no se trata más que de una manipulación para que los usuarios se dirijan a los ámbitos comerciales de empresas que previamente han comprado esos “cebos” para llevarte al centro de sus apetitos comerciales mientras tú crees que te diviertes.

Un algoritmo podría detectar tu bajo estado de ánimo y que tienes una cita con una chica el próximo sábado y, entonces, no te sorprendas si te empiezan a llegar anuncios de bonitas chaquetas de cuero desde el mismo jueves y con atractivos descuentos.

Todos estos ejemplos no son producto de mi imaginación calenturienta. Son consecuencia de leer el libro de Shoshana Zudoff, “La era del capitalismo de vigilancia”.

Estamos sometidos a mensajes subliminales perfectamente detectados por infinidad de “datos residuales” que dejamos en todos nuestros desplazamientos, en nuestras compras, en las páginas web que visitamos que generan una información, como “dividendos de vigilancia” que tienen un valor incalculable.

Es un tema apasionante que se queda demasiado comprimido en un limitado artículo y que casi parecería un hashtag para la dimensión de su importancia.

Supongo que se han entendido las dos vertientes y vectores del tema de las Redes sociales e Internet desde la banalidad de la información encapsulada (el rebuznar de un pajarito) y por otro lado nuestra vulnerabilidad a la manipulación oligopólica de las High-tech de Silicon Valley y sus apetitos comerciales.

No olviden, por si les queda alguna duda, que este año y por primera vez en la historia unas tecnológicas han sido capaces de suspender las cuentas en Redes sociales de un presidente de los Estados Unidos.

Luis León.

(…desde algún rincón de Madrid)