CONtexto Ganadero - 13 años

columna

De la autonomía conservadora

por: - 31 de Diciembre 1969

Acaba de comenzar labores el Directorio Nacional Conservador ampliado que se integró luego de un proceso de reingeniería en el cual se trocó la legitimidad que otorgaba la elección popular de todas las directivas.

Acaba de comenzar labores el Directorio Nacional Conservador ampliado que se integró luego de un proceso de reingeniería en el cual se trocó la legitimidad que otorgaba la elección popular de todas las directivas, por la representación de la Sociedad Civil, la Academia, más jóvenes y mujeres y, también, más Congresistas. Asimismo, se incorporan al Dinacional voceros de las negritudes y de las directivas regionales.

Es una apuesta hecha desde el pragmatismo ya que así se facilita la conformación de los cuadros sin tener que recurrir a las urnas azules. Es un experimento que merece atención y seguimiento, pues la tarea que les corresponde adelantar es especialmente importante dada la fragilidad de nuestras circunstancias. (Columna: El conservatismo y la lucha contra la pobreza)

El registro noticioso de la presencia de M. L. Ramírez y C. Holguín en el Ejecutivo Conservador como “alfiles uribistas”, indica que, a la par del país, en el conservatismo avanza la división entre reeleccionistas y seguidores del expresidente antioqueño.  Así de simple y así de grave. Para evitarla, se requiere de un cuidadoso análisis interno que de paso a una elaborada estrategia política inteligente y autónoma que elimine el germen de las disputas originadas en colectividades rivales.

La vieja división vertical del Partido Conservador fue superada definitivamente gracias a la unidad horizontal que concibieron y han practicado nuestros generales, en un ejercicio responsable y exitoso que ha evitado los “primus inter pares” quienes, casi siempre, arrastran consigo enfrentamientos y fracturas. Esa experiencia debiera ser vacuna suficiente para evitar la fiebre ajena. Es una obligación perentoria que exige decisión, respeto a nuestra propia historia y… finura. (Columna: Sin pena ni gloria)

En primer lugar, los conservadores necesitamos candidatos presidenciales con vuelo propio, que se la jueguen con tesis y propuestas que conciten a los colombianos al trabajo y a la esperanza. Y con los pies firmes en el Partido. Los candidatos se someterán a las instancias de decisión de la colectividad que se reunirían en fechas propicias a la estrategia general de autonomía conservadora.

En segundo lugar, el Dinacional debe diseñar una campaña de gran magnitud que lleve la voz del conservatismo y sus programas a todas las regiones de la geografía humana de Colombia. En este trecho agobiante de nuestro recorrido histórico, estamos llamados a superar el ambiente de mediocridad y dependencia. Se nos impone un mandato de la más alta y digna política.

Se requerirá coraje y audacia para eludir las ruidosas pugnas entre antecesores y sucesores. Tampoco será fácil abandonar la costumbre de apostar tardíamente al ganador en un oportunismo burocrático que se nos señala con desconsideración y hastío.

Seguramente el optimismo de esta pluma será calificado de iluso. Pero si los retos son de dimensiones históricas, sí que vale la pena hacer política, gran política. Lo contrario  es hundirse en el conformismo que nos ha conducido a la desesperanza.