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columna

El uribismo se desangra: Tarazona pela el cobre y Vicky saca las garras

por: Fernando Álvarez- 31 de Diciembre 1969


El cotarro electoral uribista se vio agitado en los últimos días por dos extrañas jugadas, una de la viuda de Miguel Uribe Turbay, María Claudia Tarazona, y la otra la de la periodista candidata duquista Vicky Dávila. La una decidió emprenderla contra la aspirante presidencial del Centro Democrático María Fernanda Cabal y la otra optó por irse lanza en ristre contra el candidato ultrauribista Abelardo de la Espriella. Ambas dejan ver que se salen fácilmente de los chiros ante el temor de que se les crezca el contendor y las dos muestran su verdadero talante al reflejar que no tienen pudor a la hora de recurrir al trabajo rastrero para debilitar a su contrincante. El sabor que han dejado una y otra postura ponen de presente que la acción política, incluso la femenina, termina casi siempre deslizándose hacia el triste escenario del todo vale y que la falta de grandeza, aun en los momentos más sentidos, hace que la emotividad prime sobre la razón. En ambos episodios se evidencia, además, lo que ya es una máxima universal, que las coyunturas críticas sacan lo peor de las personas y dejan al descubierto la estructura mental y la condición humana de quienes de una u otra manera aspiran a interpretar el sentir popular o los anhelos comunes de la ciudadanía.

En el primer caso, no hay la menor posibilidad de que alguien con un mínimo grado de sensatez se crea la historieta contada por la viuda de Miguel Uribe, María Claudia Tarazona, sobre una supuesta amenaza, en pleno velorio, de la candidata presidencial María Fernanda Cabal. Primero, porque no tiene ninguna lógica que la aspirante favorita en los sondeos del Centro Democrático le tenga miedo a que la viuda saque provecho del duelo que le asiste, ya que es normal que eventualmente se decidiera por retomar las banderas de su esposo muerto. Es más, es posible que la candidata viera con buenos ojos que la viuda se lanzara, ya que es válido que en medio del dolor alguien deba también pensar en su legado, como una forma de hacer honor a la memoria y a la lucha del mártir en que se convierte la víctima de un magnicidio de esta naturaleza. Lucha que en general es la misma de María Fernanda Cabal, que propende por sumar a quienes intentan rescatar las premisas filosóficas y defender las ideas programáticas de su líder, el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

No solo Tarazona lo podía pensar. Mucha gente, que siguió en directo las constantes apariciones públicas de la esposa de Miguel Uribe y sus permanentes partes médicos, lo llegó a pensar. Se escucharon voces que interpretaban ese sentimiento de solidaridad que despertó el atentado contra el joven candidato y la compasión que surgió cuando se conoció la historia de amor que acompañaba a esta pareja. Pero lo más curioso es que la viuda llama amenaza el hecho de que tuviera un micrófono en su solapa. Si alguien va a grabar, esconde el micrófono, no lo exhibe. Tratar de poner un tinte cinematográfico a su pretendido escándalo no la deja bien parada. Si alguien va a amenazar sería el menos interesado en grabar. O sea que resulta por lo menos ingenuo este argumento. Y aún menos convincente resulta que la supuesta amenaza vaya implícita en las palabras que, según ella le dijo la candidata: “Tú no conoces Colombia, tú no sabes cómo es este país, tú no sabes lo que aquí está pasando”, frases que en cualquier contexto desprevenido parecen más bien un consejo maternal o un lamento descriptivo de una situación generalizada. Lástima que no quedaron grabadas porque así solas no se perciben amenazantes.

En todo caso, si la viuda fue por lana, salió trasquilada. Ahora todo el mundo mira retrospectivamente su excesivo protagonismo en la clínica y comienzan a despertarse las suspicacias sobre una posible característica de típica “trepa”. Y si se juzga por la entrevista donde denuncia la supuesta amenaza, la viuda no logra esconder sus intenciones políticas. Es más, casi que se vende como la ideóloga detrás de Miguel Uribe Turbay, cosa que tampoco se le cree mucho. Para nada ayuda semejante papelón de la viuda a Miguel Uribe papá en su aspiración de continuar la batalla del joven político asesinado. Caer en el canibalismo uribista habría sido lo que menos hubiera querido su esposo. Incluso sus familiares cercanos ya le enviaron mensajes en el sentido de que “así no es María Claudia”. Pero ella, con un notorio escaso kilometraje, insiste en posteriores entrevistas en su increíble versión con una no disimulada intención política, aunque repita que no, que el tema es personal.

Pero lo de Vicky no es de talla menor, o mejor, en su embestida contra Abelardo de la Espriella dejó ver su talla. Como si hiciera gala de la frase que se repite en las facultades de comunicación, según la cual el periodista se caracteriza por tener un mar de conocimientos con un centímetro de profundidad, apela a pordebajear a su rival con el cuento de que no ha tenido ética al defender criminales. Deja ver cierto maniqueísmo en relación con el tema de la ética, o cuando menos una preocupante ignorancia supina alrededor del derecho, el cual incluye el sagrado derecho a la defensa aun de los peores criminales. El abogado no solo está hecho para defender inocentes. Incluso el culpable tiene derecho a defenderse hasta tal punto de que cuando no tiene cómo hacerlo se le asigna un defensor de oficio. Ahora, que cada quien desde su óptica subjetiva como defensor se niegue a defender un supuesto culpable, es su derecho, pero hacerlo no compromete la condición ni la ética del abogado que lo acepte. Una abogada puede negarse a defender un acusado de violación de una niña, pero si otra acepta el caso, eso no la convierte en cómplice.

Otra cosa es que Vicky tenga evidencia de alguna irregularidad del abogado de la Espriella, con lo cual estaría en mora de aportarla a las autoridades competentes. De resto, resulta por lo menos irresponsable echar a andar esa especie de poner en duda la condición ética de su rival. Y queda muy pandita al intentar descalificar a un contendor con el argumento de que ha faltado a la ética por haber ejercido su oficio. Eso es como si alguien le cuestionara su ética periodística por haber entrevistado delincuentes, guerrilleros, paramilitares o políticos corruptos, o como si alguien cuestionara su ética periodística por haber trabajado en los medios periodísticos de los “cacaos” económicos del país, a sabiendas de que ellos tienen sus propios intereses privados. La ética profesional no es ajena a la ética política porque al final de cuentas hacen parte de la ética humana. Aquella que el filósofo y sociólogo francés Edgar Morin propone en el marco del pensamiento complejo que se fundamenta en el blucle individuo -sociedad -especie, donde la ética del género humano busca inculcar el respeto a la diversidad, la democracia y la comprensión mutua a escala global.

Y para invitar a Vicky a no caer en aguas panditas habría que sugerirle adentrarse en algunas profundidades como la de la “ética de la ética”, bien trabajada por el padre del pensamiento complejo. Según esta visión no reduccionista Morin distingue la ética de la moral y habla de la “ética de la ética”, la cual se refiere a la ética compleja, que parte de reconocer la multidimensionalidad de la existencia humana y la imposibilidad de reducir los dilemas morales a reglas simples o respuestas universales.

Según esta cosmovisión la ética se caracteriza por su reflexión constante, por su conexión con el pensamiento complejo, y por la necesidad de considerar la unidad y la diversidad del ser humano en su contexto planetario, en el que se promueve la esperanza y la conciencia de los riesgos para la humanidad. Para Morin, mientras que la moral no compleja se remite a códigos binarios de bien-mal, justo-injusto, la ética compleja reconoce que el bien puede contener un mal, o el mal un bien, lo justo lo injusto y viceversa, recursivamente.

Para este pensador se trata de aproximarse a una ética que integra contradicciones y antagonismos y nunca es unívoca. Se distancia de imperativos kantianos categóricos y abre posibilidades a una ética humana de la incertidumbre y de lo que denomina la “apuesta ética” para demostrar que a veces se requiere tomar decisiones entre imperativos éticos que entran en contradicción. Se refiere, pues, a una comprensión objetiva, una subjetiva y una compleja que a su vez integra estas dos.

Y como sugerencia vital. Vicky debe replantear su estrategia de patear la lonchera porque el resto de candidatos del uribismo entienden este mensaje como una espada de Damocles bajo la cual el que se destaque tiene que estar alerta porque Vicky le puede aplicar la guillotina ética, con mayor razón si aprovecha sus buenos oficios con los medios de comunicación. Pero habría que decirle a Vicky que pilas porque la primera regla que hay que aplicar es la Regla de Oro de la ética, aquella que reza: “haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti”.