La idea de que el Estado puede pensionar a todos los que no han cotizado es absurda y llevaría a la quiebra de las fianzas públicas.
Tres de cada cuatro colombianos no tendrá pensión. Esa es la realidad. La idea de que el Estado puede pensionar a todos los que no han cotizado es absurda y llevaría a la quiebra de las finanzas públicas. Hay que buscar salidas.
Una opción son las hipotecas invertidas. Dos de cada tres colombianos tienen, al final de sus vidas, una vivienda propia. Pueden utilizar ese activo para mejorar sus condiciones económicas en la etapa final donde no generaran ingresos, deben asumir los costos crecientes de la salud y viven en la pobreza. Es triste, pero esa es una realidad, y muy frecuente.
La hipoteca inversa es un esquema financiero que existe desde hace cerca de sesenta años. Consiste en transformar, en un flujo periódico, el activo fijo que representa la vivienda.
La persona de edad posee un patrimonio ilíquido, tiene dificultades para solventar sus necesidades y su única alternativa sería vender su activo e ir gastando el ingreso derivado de la operación. Tendrá que dedicar una parte a pagar dónde vivir. Agotado ese recurso, quedará en la miseria. Si no cuenta con el apoyo económico de su familia, seguirá el abandono absoluto.
La hipoteca inversa permite utilizar el activo ilíquido como garantía de un préstamo que se desembolsará mensualmente y producirá un ingreso para el que se encuentra en la etapa final de su vida. La persona seguirá viviendo en su casa y tendrá un ingreso. Es cierto, está desahorrando pero podrá tener una vida digna.
¿Qué sucede si la persona vive muchos años y el patrimonio hipotecado no alcanza para generar los ingresos hasta la muerte? Se debería contratar un seguro que garantice la mensualidad en el período de extra-longevidad.
¿Qué sucede con el crédito cuando el deudor fallece? Sus herederos pueden pagarlo y recuperar el activo. Si no optan por esta alternativa, el banco hará efectiva la garantía, dispondrá del activo para la venta, cobrará el capital y los intereses y trasladará a los familiares el saldo remanente.
Es cierto, los herederos son afectados por la hipoteca inversa. Un activo que recibirían y repartirían entre ellos a la muerte de su progenitor, ya no será totalmente de ellos.
Algunos garantizarán que a sus padres no les falte nada hasta el último de sus días.
Otros preferirán asumir los gastos del cuidado geriátrico. Y estarán los que consideren que la hipoteca invertida es una opción viable para garantizar que sus padres sin pensión puedan tener una calidad de vida hasta el inevitable final.
El Ministerio de Vivienda ha decidido, con acierto, reglamentar esta opción. Los críticos de siempre dirán que esto es otro negociado para el sector financiero. Estarán los que insistirán que basta con que alguna Corte decida que todos tenemos derecho a la pensión así no existan los recursos ni sea viable.
Proliferarán los demagogos y abogados que hablarán de los derechos inalienables de los deudos y los periodistas se irán, como siempre, por las ramas. Y estarán todos los que, en el ocaso de sus vidas, verán una luz de esperanza para evitar la pobreza y la dependencia.
Miguel Gómez Martínez
Presidente de Fasecolda
Portafolio, junio 16 de 2020