CONtexto Ganadero - 13 años

columna

Preguntas - Discurso

por: CONtexto ganadero- 31 de Diciembre 1969

A los oradores y conferencistas se les ha dado por estrechar vínculos con la audiencia para impresionar, persuadir y afirmar vías de comunicación. Esa vieja cooperación ahora la llaman sinergia.

A los oradores y conferencistas se les ha dado por estrechar vínculos con la audiencia para impresionar, persuadir y afirmar vías de comunicación. Esa vieja cooperación ahora la llaman sinergia.

Los dos vocablos mucho se parecen en el afán de concentrar esfuerzos. Con ese cuento de la sinergia se propicia empatía en un proceso que busca resultados. Todas estas palabrejas suenan sabroso y están de moda.?? Una costumbre democratera aparece cuando termina la conferencia, o se quiere hacer una pausa en el discurso. (Columna: Sol y pobreza)

El expositor invita a los presentes a participar con preguntas. ¡Ahí fue Troya! Un festín con el tiempo y la paciencia ajena. Después de unos instantes de temor reverencial se desata una tormenta.  Viene la perorata de los pensantes y las impertinencias de los necios. Un galimatías. Dicen que nadie se demora más que aquellos que no saben para dónde van. ¿O será que sí saben???La intención de disipar dudas pocas veces se cumple. Se montan en la palabra y disparan una pregunta discurso de 30 minutos. Esta por lo general contiene múltiples aspectos, que no tienen nada que ver con lo expuesto.

Es la pesada cola del barrilete. La oportunidad para que un espontáneo disponga de audiencia, con la complicidad de un conferencista ingenuo. ??Pocas veces hay propuestas inteligentes montadas en una pregunta que no existe. Se quiere lucir el vanidoso que aprovecha el turno al bate, mientras otros se valen de la ocasión para echarle un vainazo a alguien.?? A veces también salta el afán de dejar mal parado al orador con una pregunta ácida.

Los santafereños en su dialecto han inventado el verbo “corchar”, cuando en el resto del mundo decimos rajar o deslucir. Pensábamos que corchar venía de corcho. Material que por su consistencia es especial para flotar o para tapar cualquier vaina. ??Aunque hay gentes sensatas que en forma directa aportan o discrepan, otros con su oratoria decimonónica quedan ebrios de retórica. No faltan los socarrones que cuando ven a un conocido levantar la mano para tener acceso al micrófono, anuncian “comenzó Cristo a padecer”, y en seguida diagnostican: “lo vacunaron con aguja de vitrola”, para referirse a la reconocida locuacidad. (Columna: La Cuota Hilton: un esquema público- privado de alto valor)

Hay algunas 'preguntas' que se parecen a la cantaleta conyugal cuando hemos metido una pata. ??El expositor muchas veces incurre en la extrema hipocresía de calificar “muy buena su pregunta”, mientras piensa ¿Dónde estaba este sapo cuando expuse la tesis central de la conferencia???

Este género de oratoria, perturbador y fastidioso, tal vez fue la causa inmediata de los atriles que usan los presidentes, quienes se valen de esos parapetos para protegerse de latas. Con razón a sus charlas se les llama alocuciones. No hay preguntas. Tienen como recurso la televisión, que elimina ese riesgo, y para nosotros el cambiar de canal.