logoHeader

columna

Que les piquen caña

por: Miguel Gómez Martínez- 31 de Diciembre 1969

Paciencia. No es culpa de nadie. La verdad es que no se puede hacer nada más porque todavía no hay vacuna. Los que quieran más, que les piquen caña.

Está sucediendo lo anticipado. Es grave y triste, pero era previsible. La economía muestras las señales del impacto de la pandemia. Y golpea donde más duele; en el desempleo. Las cifras son terribles.

El último informe del Dane registra una pérdida de 5,4 millones de ocupados y un aumento de los desempleados creció en 1,6 millones. Es sencillamente desolador. El 19,8 por ciento de desempleo seguirá subiendo sin que podamos predecir el techo. El impacto se registra en todos los sectores, aún en aquellos donde hay cifras positivas de la producción.

¿Qué se puede hacer? El gobierno ha hecho mucho. Mucho más de lo que podía esperarse con las restricciones presupuestales. Ha generado condiciones de liquidez, promovido alivios crediticios, apoyado el pago de salarios y primas, reducido las prestaciones sociales, acelerado la devolución del IVA y estimulado la demanda con un mayor nivel de gasto.

Hay una larga lista de medidas complementarias de impacto sectorial y regional. Todo ello implica un aumento acelerado del nivel de endeudamiento que subiría unos diez puntos como proporción del Producto Interno Bruto. Se ha hecho mucho con los recursos disponibles, que no son infinitos.

A pesar de las restricciones, el sistema de salud ha resistido a la presión de la pandemia. El Estado se esfuerza por mantener el nivel de control y la capacidad de acción de la función pública. Los servicios públicos operan, las comunicaciones funcionan, los bancos están abiertos y hay institucionalidad. No tenemos servicio de justicia, pero eso no es novedad.

La actitud de las personas muestra señales del cansancio y resignación por el confinamiento. Para ser un país reacio a la disciplina y la obediencia, estamos mejor que tantos otros que han demostrado una impresionante ligereza y falta de unidad. Hay incluso algunas señales de solidaridad que no eran de esperarse en una sociedad con un alto grado de egoísmo e individualismo.

El regreso de ciertos sectores a la actividad se caracteriza por el desorden propio de un sistema económico con alta informalidad.

Pagamos el precio de haber permitido un modelo donde la mitad de la población económica activa está por fuera del régimen laboral. Son los más vulnerables y los que más sufren en las actuales circunstancias. Para ellos la cuarentena no es una opción porque no pueden sobrevivir. Además, están excluidos de buena parte de las medidas del gobierno que tienen, por obvias razones, que distribuirse a través de los mecanismos formales.

No parece existir una opción diferente a ir relajando la cuarentena pues la economía necesita oxígeno.

Algunos, por lo general funcionarios públicos y personas con trabajos muy estables, sostienen que es una opción equivocada pues enfrentaremos el escenario que han experimentado Italia, España o Estados Unidos. Para otros la cuarentena ya cumplió su papel de comprar tiempo valioso para fortalecer sistema de cuidados intensivos, poner en marcha los mecanismos de detección y prevención.

Paciencia. No es culpa de nadie. La verdad es que no hay mucho más que hoy se pueda hacer porque todavía no hay vacuna. Los que quieran más, que les piquen caña.

Miguel Gómez Martínez

Presidente de Fasecolda.

migomahu@hotmail.com

Portafolio, junio 02 de 2020