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columna

Que no sea una oportunidad perdida

por: Oscar Cubillos Pedraza- 31 de Diciembre 1969

La mejor forma de hacer estudio de mercado sobre lo que ocurre con la canasta básica de alimentos es preguntar en casa a quien se encarga de mercar. Sin duda, nos dará información de primera mano del comportamiento, no solo de los precios, sino de la misma calidad

El fin de semana pasado realicé tal ejercicio, confirmando por el lado de la percepción de algunos consumidores lo que se viene analizando en otros escenarios más especializados respecto a la calidad de los productos en los almacenes de bajo costo.

Mi interés de tan amenas conversaciones fue solo el de averiguar por lo que ocurre en el mercado de la leche líquida en tales establecimientos de comercio.

Me decía alguno de mis interlocutores, refiriéndose al pasado (cuatro años atrás), que terminó ella realizando sus compras de leche en los almacenes de bajo costo porque consideraba que el precio del litro era por lo menos la mitad de lo que tradicionalmente pagaba por una marca tradicional, y que la calidad y el sabor eran similares.

Sin embargo, y ya hablando del presente, sostenía que dejó de comprar leche en dichos establecimientos porque a pesar del bajo precio, su sabor, olor y textura no eran los de la calidad de leche que años atrás mantenía tal producto.

¿Qué ocurrió? Muchas quejas escucho permanentemente de transformadores de leche acerca que lo que se vende en estos almacenes: “…que no es leche, que es leche rendida con agua, que es leche rendida con lactosuero…” en fin, un gran número de versiones.

Sin embargo, quien debería determinar si existe un engaño al consumidor al respecto es la Superintendencia de Industria y Comercio – SIC. De igual forma el INVIMA tiene la obligación de hacer los análisis correspondientes y determinar si existe alguna infracción a la normativa. Pero hasta el momento no conozco sanción alguna al respecto, lo que me indica implícitamente, que no hay engaños o faltas a la ley.

Lo que sí es claro es que muchos consumidores fueron y probaron nuevas marcas, al principio fueron cautivados y en algún momento la calidad inicial que encontraron dejó de ser percibida, retornando a marcas tradicionales. Tanto así que en el mercado de leche UHT las grandes marcas perdieron cerca del 30 % de mercado frente a los productos de bajo costo. 

También es claro que en general los productos lácteos en Colombia mantienen un alto precio al consumidor, y de allí que las cadenas de bajo costo hayan encontrado en la leche liquida uno de sus productos estrella. Sin embargo, no podría justificarse un menor precio con una baja en la calidad.

Pero lo más evidente de todo es que en nuestro país, alrededor de 28 millones de personas, estratos 1 y 2, tienen dificultades para adquirir leche procesada e higienizada, y que con los precios que establecieron los almacenes de bajo costo se abrió una importante ventana para que esta población mejore el acceso y nutrición.

Vale la pena, no disminuir, al contrario, mejorar su calidad, y que pueda comercializarse a precios bajos; no solo la leche, también los derivados lácteos. Que no sea esta una oportunidad pérdida.