Sin embargo, de lo poco a rescatar en materia de crecimiento de las diferentes ramas de la economía es lo realizado por el sector agropecuario que logró incrementar su producción en 2,8%. Efectivamente, podemos vivir sin muchos bienes, pero no podemos vivir sin alimentos.
Pero, además es importante destacar que, en el caso nuestro, la ganadería bovina incrementó su PIB en 3%, mientras que la producción de leche sin elaborar lo hizo en 2,9% en todo 2020.
Para el primer caso, buena parte del comportamiento se explica por la recuperación del estatus sanitario en enero del año anterior, el cual impulsó las exportaciones, que a su vez les dieron dinamismo a los precios de nuestros bovinos en el mercado interno.
No se puede desconocer que, de no ser por la COVID19, el año anterior hubiese sido uno de los de más crecimiento en sacrificio en la última década. Tanto el primer bimestre, como el último trimestre mostraron alzas importantes en la faena de animales que lastimosamente fueron opacadas por las fuertes caídas de 18% mensual de abril y mayo.
En el caso del sector lácteo, si bien la demanda de productos con mayor valor agregado se deterioró, debido al desempleo, a la contracción del ingreso disponible de las familias y al cierre de restaurantes, hoteles, escuelas, que es en donde mayor consumo existe; no ocurrió lo mismo con la leche líquida que tuvo una dinámica destacada. Además, el sector ganadero respondió para no disminuir la oferta, a pesar del mal trato que recibió de algunos agentes de la cadena de valor.
Fueron la producción de bovinos, de carne y de leche las que sacaron la cara por el sector pecuario, incluso con mejor comportamiento que los sectores avícola y porcícola que en 2020 se contrajeron 2,4% y 1,1% respectivamente. Aunque debe destacarse el caso del valor de la producción de huevos que se incrementó 12,4% el año anterior. Es comprensible, cuando nuestra economía va mal, comemos más huevo.
Este comportamiento, aun en un año tan difícil como lo fue el de la pandemia, indica que el mundo y el país quieren comer carne y beber leche; el gusto está, la tradición está, la oferta está. Después de esos primeros meses de encierro muchas familias quisieron salir a comer un buen corte de carne de res a pesar de las dificultades monetarias, y como alguien me dijera hace muchos años, es mejor morirse del gusto y no de las ganas.
Es imperativo entonces contar con precios más accesibles al consumidor final para generar más dinamismo en la demanda, pues el gusto está, pero las ineficiencias en ciertos eslabones de la cadena, no de los ganaderos, hace que le entreguemos parte del mercado a los bienes sustitutos.
De nuevo, como en las exportaciones, esta vez en el PIB es el sector ganadero el que saca la cara.
@ojcubillosp