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columna

“Si atraviesas el infierno no te detengas”

por: Eduardo Mackenzie- 31 de Diciembre 1969


Esta conocida frase de Sir Winston Churchill es el mejor consejo que podemos recibir los colombianos en estos momentos. Nuestro infierno es el régimen atroz, destructor y de extrema izquierda de Gustavo Petro. Su última hazaña ha sido notificar al país que él desconoce la Constitución vigente. Lo había hecho antes, desde que comenzó su mandato (“Yo soy el jefe del fiscal general”) pero ahora lo reitera con actos de alto valor simbólico.

¿Qué ha hecho Petro? Desorganizó las Fuerzas Armadas y la Policía, devastó la economía, arruinó el sistema de salud de millones de compatriotas, irrespetó las instituciones democráticas, instauró un sistema de corrupción descarado. La resistencia del país contra ese régimen disoluto no podemos detenerla. Los poderes legislativo y judicial obstaculizaron algunos proyectos de Petro. Hay que seguir en ello sin falla. Salir del infierno implica avanzar sin tregua y liberar al país del hombre que nunca estuvo capacitado para ocupar ese cargo. “Si atraviesas el infierno no te detengas”. Esa es la vía. No podemos dividirnos y confundirnos como quieren los partidarios del statu quo.

El atentado de este 7 de junio por un sicario profesional, vinculado de alguna forma a los grupos que gravitan en torno de la narco-subversión, y las amenazas que aparecen contra el expresidente Álvaro Uribe, y contra los candidatos María Fernanda Cabal, Vicky Dávila y Abelardo de la Espriella, muestra que la “guerra a muerte” que Gustavo Petro declaró a las mayorías colombianas, no es una frase vana.

Los que intentaron asesinar al senador Miguel Uribe Turbay, quien está todavía luchando por su vida en una clínica, no estaban solos. El criminal tuvo ayuda de un entramado siniestro. Fue ese acto el comienzo de una ola de violencia contra el pueblo. La firma de un decreto ilegal (que curiosamente no firma el nuevo ministro de Justicia, Eduardo Montealegre, por una razón “técnica”, dice él), dizque para realizar una “consulta popular” –en realidad para liberarse de las reglas del sistema republicano— fue secundada por una ofensiva terrorista contra el suroeste de Colombia.

La firma de ese extraño papel no podía ser en frío. El Senado había votado contra ese proyecto por defectos formales y de fondo. Igual hicieron varios juristas independientes y hasta oenegés progresistas. En ese ambiente, comandos narco-comunistas atacaron con bombas y cilindros explosivos a Cali, Buenaventura y a 12 pequeñas ciudades del Valle y del Cauca, mataron a dos policías y a 6 civiles y bloquearon carreteras.

Guiado por Montealegre, el gobierno se inventó una “excepción de inconstitucionalidad” para indicar que, según Petro, el presidente de turno puede substituir a la Corte Constitucional en esa decisión.

Ese autogolpe comenzó con un atentado contra una figura destacada de la oposición y con asaltos armados contra numerosas localidades del sur de Colombia y con la firma del ilegal decreto 639 de 2025. Los asaltos armados fueron idénticos a los de 2019, 2020 y 2021 que trataron de controlar el eje Cali-Bogotá y apoderarse del puerto de Buenaventura, el principal del país y puerta de salida al Pacífico. Ese plan estratégico del abatido jefe de las Farc, alias Alfonso Cano, busca someter a Colombia. Ahora el petrismo lo quiere reinstalar.

No podemos dejar eso en el aire. No podemos aceptar su operación candor, su teatro de Petro-el-inocente, la víctima de lo que ocurrió el 7 de junio.

En este momento no hay para el país sino un solo objetivo: movilizar a las mayorías tras la única bandera de dignidad que podemos levantar: la destitución del jefe de Estado y el restablecimiento de la Constitución. Al firmar el “decretazo” (como dice Montealegre), Petro se rebeló contra el orden público y constitucional de Colombia. El rompió su juramento del 7 de agosto de 2022 en la Plaza de Bolívar. Ante sus continuos fracasos y su desgaste político, decidió imponerse mediante la amenaza del terror y la arbitrariedad.

Hay que apoyar todas las movilizaciones de las reservas activas que asumen con claridad política y jurídica sus deberes y llaman a la fuerza pública a cumplir los preceptos 216, 217 y 218 de la Constitución Nacional, y con las otras manifestaciones que demuestran su solidaridad con Miguel Uribe y su familia. Esperamos que la manifestación del 15 de junio sea un gran éxito.

El gobierno hace como si él no tuviera nada que ver con ese crimen, pero éste fue precedido de semanas de insultos y amenazas “de guerra a muerte” contra el Parlamento que puso freno a algunos proyectos inicuos. Todo eso hace parte de un mismo paquete. Es un plan que está atado y bien atado. Sin embargo, al mostrarse sorprendido por el atentado, al decir que una “mafia” lo quiere desbancar a él, a Petro, no al senador Uribe, al pedirle ayuda a Washington para encontrar la verdad del atentado, a sabiendas de que el FBI no lo hará, Petro espera que las agencias de prensa, entre tanto, le laven la cara.

No podemos aceptar eso. A Gustavo Petro hay que destituirlo siguiendo las reglas de la Constitución, pero no solo por haber violado la ley electoral, sino por indignidad, por haber abandonado el cargo varias veces, por decretar la muerte política del Congreso de la República con la firma del grotesco decreto 639 de 2025.

Por un acto idéntico, el presidente de Perú, Pedro Castillo Terrones, fue destituido por el Congreso y capturado en Lima el 7 de diciembre de 2022 cuando huía a una embajada. ¿Los colombianos le haremos frente al imitador de Pedro Castillo?

¿Que sigue si no actuamos en esta dirección? ¿Seguiremos poseídos por el angelismo de los que dicen “sacaremos a Petro mediante elecciones”? Con Petro y su dictadura anticonstitucional no habrá elecciones. Habrá una “guerra a muerte” como él dice, para perpetuarse en la Casa de Nariño. Nos encontraremos entonces ante el mayor fracaso de Colombia desde el 9 de abril de 1948. La responsabilidad de ello será de nosotros mismos, de nuestra ingenuidad y falso legalismo. No obstante, podríamos seguir el consejo de Winston Churchill: “Si atraviesas el infierno no te detengas”. Y esta otra recomendación del gran hombre: “Nunca debes darle la espalda al peligro ni intentar escapar de él. Si lo haces, lo duplicarás. Pero si lo enfrentas con rapidez y sin pestañear, lo reducirás a la mitad.”