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Sin la bola de cristal

Por - 10 de Diciembre 2020

A pesar de todo, vale la pena tener mayor optimismo para 2021. No podrá ser tan malo como 2020

Establecer pronósticos o predicciones en el mediano y largo plazo siempre resulta una apuesta. Por ejemplo, hace un año ninguna empresa o gobierno en el mundo, tenía contemplado en sus documentos de planeación la crisis sanitaria y económica que vendría en 2020; ni mucho menos los planes de contingencia y control ante tremendos riesgos.

Se fue aprendiendo por el camino en la medida en que se ingresaba y se surtía la crisis. Hoy podríamos decir que se pudo hacer esto o lo otro, pero ya luego de haber tenido la experiencia. Antes de eso no lo sabíamos.

Pero ya en la despedida de este 2020, de tantas enseñanzas, se vislumbran algunas situaciones que podrán suscitarse en el corto plazo y que no requieren tener una bola de cristal para considerar su ocurrencia.

Lo primero de ellos, por supuesto relacionado con la vacunación frente a la COVID-19. Pasarán aun algunos meses para que se inicie el proceso en nuestro país, teniendo en cuenta que debemos hacer fila en los procesos de cooperación internacional. Lo importante es que ya hay una vacuna y que tendrán prioridad nuestras poblaciones más expuestas: personas mayores de 70 años, con vulnerabilidades y trabajadores del sector de la salud.

Sin embargo, para tener una vacunación casi universal en nuestro país pasara el 2021 y quizá también el 2022. De allí la importancia de no bajar la guardia y no perder la disciplina.

En materia económica las consideraciones son casi idénticas a las sanitarias. Si bien ya hoy se notan señales apreciables de mejoramiento económico, disminución del desempleo y crecimiento del consumo, pasará también 2021 para que las variables puedan llegar al estado en el que se encontraban antes de la pandemia.

Es preciso tener en cuenta que los recursos del Gobierno Nacional en 2021 serán más limitados ante el alto endeudamiento que debió tener para sortear la crisis, y eso inevitablemente nos llevará a una reforma tributaria que debería concentrarse en fomentar el consumo más que en apretar más de la cuenta los ingresos de empresas y familias.

Pero también vale la pena hacer algunas consideraciones para nuestras cadenas de valor. En leche, en el primer trimestre del año, los precios mantendrán su tendencia a la baja teniendo en cuenta un clima con lluvias por encima de lo normal según los pronósticos de IDEAM que ha incorporado un fenómeno de la Niña. Además, el registro de inventarios de la industria, alrededor de 18 mi toneladas de leche en polvo, a lo que se sumarán nuevos cupos TLC por cerca de otras 18 mil toneladas para 2021, crean un escenario de mayor oferta de leche.

Valdría que la industria colombiana considerará que con el nivel de sus inventarios se hace innecesario importar a partir del primero de enero. Seguramente este deseo fue solo un sueño. No pasará, pues no solo es la industria láctea la que importa sino también la de chocolatería y galletería entre otras.

Por el lado de la cadena de la carne, las expectativas son inmensas, pues ante una economía mundial en recuperación y con una cultura más centrada en comer proteína animal que genere confianza, las condiciones están dadas para alcanzar la meta establecida para 2021 de lograr 80 mil toneladas de carne colocadas en mercados internacionales.

Si bien no tengo la bola de cristal, si vale la pena tener el mayor optimismo para 2021. No podrá ser tan malo como 2020.

@ojcubillosp