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Tres cheques

Por - 16 de Octubre 2020

Superada esta delicada coyuntura excepcional de crisis de salud, vendrán tiempos muy difíciles para el manejo macroeconómico.

El mayor reto de la economía mundial es el tema fiscal. Nada es más complejo que entender la dinámica de lo que enfrentaremos en los años que vienen.

La pandemia ha requerido un enorme esfuerzo en materia de gasto que se ha financiado con mayor endeudamiento. El gobierno estima que en 2021 se tendrán ingresos tributarios por 153 billones frente a los 135 billones que se esperan en el 2020.

No sobra recordar que se proyectaba un recaudo de 158 billones para este año, luego los ingresos del 2021 serán inferiores nominalmente a los que se esperaban antes de la pandemia. De esa magnitud es el impacto de la crisis económica en las finanzas públicas.

Dada la rigidez de la estructura del gasto, tres grandes partidas, tres cheques, consumen la casi totalidad del ingreso fiscal. El año próximo 48 billones serán necesarios para atender el Sistema General de Participaciones (SGP), 43 billones irán para le pago de las mesadas pensionales y 33 billones son para el pago del servicio de la deuda pública. Queda un saldo de 21 billones para todos los demás gastos del estado. Pero el presupuesto del 2021, que está en proceso de discusión en el Congreso de la República, es de 314 billones lo que implica que el 39 por ciento de los recursos (124 billones) provendrán de fuentes de capitales locales e internacionales.

El gobierno ha desarrollado esta estrategia de gasto y endeudamiento manteniendo un claro propósito de no romper los diques de confianza que son necesarios para tener acceso a los mercados financieros. Sin ellos la recuperación será mucho más tortuosa y dolorosa. Es lo prudente y lo que debe preservarse.

Pero el desafío es enorme y requerirá una política fiscal coherente durante una década. Por una parte, es necesario aumentar los ingresos y ello debe hacerse sin perder de vista que las empresas ya pagan muchos impuestos lo que las hace poco competitivas y afecta su capacidad de crear empleo. Serán los particulares los que deberán asumir la parte más importante del ajuste. Y está el inevitable desmonte de las exenciones del Impuesto al Valor Agregado que ha sido imposible por la feroz oposición de quienes, desde la izquierda y la derecha, no quieren aceptar el carácter regresivo de la estructura actual.

La austeridad en el gasto y algunas enajenaciones de activos del Estado para aliviar el peso de los pasivos contratados son indispensables. El objetivo es evitar el conocido proceso de “desanclaje” de la deuda pública. Esto se produce cuando el nivel de endeudamiento es demasiado elevado para poder efectivamente regresar a niveles de menor participación como proporción del Producto Interna Bruto. El aumento de impuestos requerido o el recorte de gasto sería de tal proporción que sumiría a la economía en una profunda recesión. El país sólo puede aspirar a refinanciar sus obligaciones y queda a la merced de los proveedores internacionales que pueden fijar las condiciones del crédito, con todos los elementos de volatilidad jugando en su contra.

Superada esta delicada coyuntura excepcional vendrán tiempos muy difíciles para el manejo macroeconómico.

Miguel Gómez Martínez

Presidente de Fasecolda

migomahu@hotmail.com

Portafolio, octubre 30 de 2020