Con 50 años en la industria cárnica, este ganadero construyó un modelo de negocio como pocos en Colombia: ganadería de ciclo completo que arranca en la cría de ganado y termina en el plato de los comensales de sus cinco restaurantes. Todo con trazabilidad, genética y compromiso regional como pilares.
Fabio Guzmán Marín es el creador de una cadena de valor completa que parte desde la cría bovina en los llanos colombianos y termina en la mesa de cientos de clientes cada día, conocida como la Compañía Internacional de Alimentos Agropecuarios Cialta S. A. S.
Su empresa opera en municipios como Restrepo, Cumaral, Puerto Gaitán y Puerto López, una región donde ha consolidado un sistema sólido y sostenible que combina tradición y biotecnología. (Lea en CONtexto ganadero: Finca de 33 hectáreas en Casanare está próxima a recibir dinero por cuidar el medio ambiente)
“Llevo 50 años en la industria cárnica. Siempre el motivo más grande para empezar emprendimientos es la familia; ellos lo impulsan a uno a buscar nuevos horizontes. Por consiguiente, a tener sentido de responsabilidad con los colaboradores, con el sector, con el país y con la región donde esté ubicado”, aseguró Guzmán.
Esa filosofía lo llevó a integrar todas las fases del negocio: cría, levante, ceba, procesamiento e incluso los puntos de venta final. Hoy, sus cinco restaurantes son la vitrina de un proceso controlado y afinado al detalle.
Genética, trazabilidad y sostenibilidad
Guzmán comenzó desde abajo. Desde niño trabajaba junto a su padre en el Frigorífico Guadalupe, donde detectó oportunidades. “En ese entonces, empecé vendiendo vísceras de cerdo. En ese tiempo no había restricción de edad para trabajar”, recuerda.
Su carrera lo llevó a comercializar carne en cadenas como Carulla, pero su ambición fue más allá: crear un modelo productivo que fuera técnico, eficiente y replicable. (Lea en CONtexto ganadero: Cinco ventajas de implementar un sistema de trazabilidad alimentaria en la ganadería)
En esa búsqueda, entendió que la trazabilidad era clave. “Siempre he tratado de conocer muy bien mi hato. Hemos tenido programas de trazabilidad para saber qué vacas son buenas, cuáles no, y eso nos ha permitido tomar decisiones sobre las razas”, señaló Guzmán.
Empezaron con brahman, exploraron limousin, hereford, angus, y finalmente consolidaron un trabajo con el Banco Mundial.
“Ellos buscaban en Colombia una empresa para desarrollar una ganadería ambientalmente sostenible. Nos eligieron y firmamos un convenio”, aseguró. Así llegaron al brangus, una raza resistente, precoz, adaptable y eficiente para las condiciones del trópico.
La integración también ha cruzado sectores. Guzmán encontró en la comunidad de la altillanura un aliado estratégico. Ese intercambio técnico y humano ha fortalecido el sistema de suplementación con maíz, un insumo vital para el rendimiento animal.
Mirando hacia el futuro
El legado de Guzmán no termina con él. Una de sus decisiones más estratégicas ha sido preparar a su familia para continuar el proyecto.
“Tomé la decisión de preparar a mi familia, de estructurar una empresa donde todos pudieran participar y continuar con el legado. Hoy en día, mis hijos me apoyan en toda la parte administrativa”, relató.
La historia de Fabio Guzmán no es solo la de un ganadero exitoso. Es la de un visionario que entendió que el campo requiere ciencia, compromiso, alianzas y visión empresarial. Un modelo que hoy se consolida como referencia en Colombia y que sigue creciendo, sin perder de vista sus raíces.