Este texto fue escrito por el vacunador Edison Andrés Montoya, quien luego de desempeñarse durante 22 años como miembro de la Policía Nacional, decidió formarse como tecnólogo en Producción de Ganadería Sostenible de Fedegán y Areandina. Con una mirada desde el terreno, comparte su experiencia como parte del equipo que protege la sanidad bovina y bufalina en Colombia.
Desde hace años, una gallada de hombres y mujeres, libramos una batalla silenciosa pero crucial por la sanidad y la prosperidad de la ganadería colombiana. Los vacunadores del Plan Nacional de Vacunación contra la fiebre aftosa, la brucelosis bovina y la rabia silvestre, recorremos durante 50 días a pie, a caballo, en moto y hasta en chalupa los campos de la vasta geografía de la patria para atender a una población de bovinos y bufalinos estimada en 29.448.295 distribuidos en 620.807 predios.
En mi experiencia personal como vacunador en el municipio de Fredonia en Antioquia desde hace dos años he tenido la oportunidad de conocer muchas personas. Sin embargo, don Juan Gonzalo y su hijo Federico son un fiel reflejo del relevo generacional en la ganadería. (Lea en CONtexto ganadero: Vacunador de Fedegán se graduó de tecnólogo en Ganadería Sostenible)
Don Juan Gonzalo es un hombre sereno, sencillo y humilde, que guía a sus colaboradores con el ejemplo y temple propios de quien como él han vivido su vida en medio del bramido del ganado, el relincho de los caballos o las risas de los empleados en aquellos momentos breves en los que el arduo trabajo lo permite.
Federico, de profesión ingeniero mecatrónico, pero apasionado por la ganadería, ha logrado integrar sus habilidades con las actividades en la ganadería y por ello muy seguramente en el corral le exige a los empleados el autocuidado personal y el buen trato a los animales.
Somos mucho más que simples aplicadores de vacunas. Somos la primera línea de defensa de nuestra sanidad animal, garantes de la salud de los hatos y, en última instancia, protegemos la economía de miles de familias ganaderas. Nuestro trabajo, a menudo realizado en condiciones desafiantes y en zonas remotas, es una pieza clave en el rompecabezas de la seguridad alimentaria de Colombia. Sin nuestra dedicación, los logros que se han alcanzado en materia de erradicación y control de enfermedades de control oficial serían inimaginables.
El Plan Nacional de Vacunación no es solo una campaña; es una estrategia vital que depende directamente de nuestro compromiso y profesionalismo. Nosotros no solo inyectamos dosis, sino que también llevamos consigo la responsabilidad de contribuir con el mantenimiento y fortalecimiento del estatus sanitario de nuestro país, abriendo puertas a mercados internacionales y garantizando la calidad de la carne y la leche. (Lea en CONtexto ganadero: De uniforme a botas pantaneras: la historia del expolicía que hoy lidera una ganadería modelo)
Hago el llamado para que sea este el momento de reconocer y valorar a quienes, con su esfuerzo diario, construyen el futuro de nuestra ganadería. A esos vacunadores que, con cada jornada, siembran confianza y sanidad en nuestros campos, mi más sincero agradecimiento.