Los gremios destacan que la decisión responde a diplomacia técnica y no a factores coyunturales, pero advierten que la oportunidad puede perderse si no se convierte en acuerdos de suministro, trazabilidad certificada y presencia permanente en centros de decisión.
El retiro del arancel recíproco impuesto por Estados Unidos desde abril no solo corrige un recargo temporal: reorganiza las condiciones de competencia para el 72 % de la oferta exportadora colombiana, que vuelve a ingresar a ese mercado sin penalidad fiscal. El ajuste ocurre en un contexto de disputa global por acceso preferencial a compradores estadounidenses, particularmente en productos agroindustriales y manufacturas de ciclo corto.
La Federación Nacional de Cafeteros confirmó que el anuncio elimina un costo directo de más de USD 90 millones anuales para el sector y reduce presión sobre los márgenes productivos. Sin embargo, su gerente, Germán Bahamón, enfatizó que la decisión fue resultado de gestión diplomática sostenida.
“Esto no llega por inercia. Tuvimos que demostrar con rigor técnico que proteger al consumidor norteamericano y al productor en origen podía ser un mismo objetivo. El mensaje es claro: sin presencia directa y permanente en los centros de decisión, las ventajas nunca son seguras”, comentó el dirigente gremial.
Esta lectura empresarial coincide con la de María Claudia Lacouture, presidenta de AmCham Colombia, para quien el alivio no debe interpretarse como una victoria cerrada, sino como una oportunidad de proyección. (Lea en CONtexto ganadero: Petro declara “suspensión de facto” del TLC con EE. UU. y anuncia decretos tras arancel del 10 %)
“Colombia tiene esta ventaja hoy, pero no es automática ni garantizada. El país necesita traducir el anuncio en contratos de largo plazo, trazabilidad verificable y logística sin fallas. Si la ejecución es lenta, competidores como Perú o Vietnam ocuparán el espacio”, explicó Lacouture.
El cálculo de AmCham es concreto: 94 % de la canasta exportadora tiene potencial medio o alto de expansión, pero 92 % depende de estándares técnicos y eficiencia portuaria, no de preferencias arancelarias. En otras palabras, el riesgo no está en la demanda, sino en la capacidad colombiana de cumplir.
Este alivio también llega en medio de una transición global que favorece a países con acceso confiable al mercado estadounidense: México absorbe cientos de líneas industriales por nearshoring, Brasil negocia ampliación agrícola, Centroamérica gana terreno en textiles.
Finalmente, dada la competencia en el concierto internacional, para Colombia, la ventana abierta exige política pública activa, financiamiento logístico y estrategia comercial sostenida. Los gremios coinciden en algo: si la eliminación del arancel no se traduce en acuerdos de suministro, el decreto será estadístico, no histórico.
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