Mientras el uso de antiparasitarios sigue siendo la reacción de muchos productores, experto aconsejó que se debe analizar primero el tipo de infección, el entorno y el momento en que se presenta. Esta mirada técnica sobre los planes sanitarios podría ahorrar costos, mejorar la salud animal y prevenir la resistencia a los tratamientos.
El control de parásitos en el ganado no debería comenzar en la farmacia, sino en el diagnóstico. Este error común está afectando a la rentabilidad de muchas fincas ganaderas. (Lea en CONtexto ganadero: Impacto de los parásitos gastrointestinales en los bovinos)
Por décadas, el tratamiento de parásitos en la ganadería se ha basado en la premisa de actuar rápido. La escena es que el productor detecta síntomas en los animales y, sin perder tiempo, se dirige a la tienda veterinaria a pedir un antiparasitario. Aunque esta respuesta parece lógica y bien intencionada, experto advirtió que puede ser más perjudicial que beneficiosa si no se hace sobre bases sólidas.
Jimmy Vargas Duarte, médico veterinario, PhD en ciencias veterinarias y profesor asociado de la Universidad Nacional de Colombia, lanzó la alerta: “En los esquemas de control estratégico, la pregunta ‘¿qué debo darle al animal?’ debería ser la última en formularse. Es necesario cambiar el orden con el que abordamos el problema”.
Vargas Duarte sostuvo que, en lugar de aplicar medicamentos de forma casi automática, los productores deben adoptar un enfoque diagnóstico, más riguroso y contextualizado, que permita un control verdaderamente efectivo y sostenible del parasitismo.
“Los planes de control son el pilar fundamental para la producción dentro de todas las explotaciones animales modernas”, afirmó el experto.
Aunque este concepto está bien instaurado en la porcicultura y avicultura, en la ganadería muchas veces se tropieza con la urgencia y la improvisación.
Según el profesional, el parasitismo es una forma de vida que implica coexistencia entre dos especies, “no se trata de eliminar por completo los parásitos. Lo que debemos buscar es una coexistencia controlada, que no afecte la productividad del sistema”. En otras palabras, el control no es sinónimo de erradicación, sino de equilibrio.
Para lograrlo, Vargas Duarte planteó cinco preguntas clave que deberían guiar cualquier estrategia de control parasitario en una ganadería:
1. ¿Qué tipo de parásito?
“Hay distintos tipos de parásitos con mecanismos de acción y supervivencia diferentes. No todos se tratan igual”, aclaró el veterinario. Por lo tanto, conocer al enemigo es el primer paso para diseñar una respuesta efectiva.
2. ¿Dónde estoy ubicada?
La localización geográfica – y aún más en países tropicales como Colombia – determina el comportamiento reproductivo de los parásitos. En palabras de Vargas Duarte, “en los ambientes tropicales, el número de generaciones de parásitos es mucho más alto que en los países con estaciones y, eso tiene un tiene un efecto en la estrategia de control”.
3. ¿Qué animales son más afectados?
No todos los individuos del hato tienen la misma susceptibilidad. Determinar qué grupos etarios están más expuestos permite aplicar estrategias segmentadas. Según el experto, hay que “saber qué tipo de animales son los que tienen la mayor resistencia a las infecciones que se quiere controlar”.
4. ¿Cuándo ocurren las infecciones?
Las épocas del año, la altura de las pasturas, las lluvias o la sequía pueden cambiar completamente el escenario. Identificar patrones estacionales es esencial para planear con anticipación.
5. ¿Cómo se deben tratar?
Solo después de tener claras las respuestas anteriores se puede elegir el tratamiento más adecuado. De acuerdo con el profesional, “a veces en las estrategias de control se inicia con la pregunta que se debe dejar para el final”.
Esta lógica parece simple, pero en la práctica es poco común. Muchos ganaderos siguen atrapados en un ciclo de reacción inmediata, donde se trata la consecuencia pero no se atiende la causa. (Lea en CONtexto ganadero: Cómo es la prevalencia y regulación de parásitos gastrointestinales en Colombia)
Es por esto que los resultados son infecciones recurrentes, mayor gasto en medicamentos, pérdida de productividad y aumento en la resistencia de los parásitos a los fármacos.
Finalmente, no se trata de actuar más, sino de actuar mejor. Por eso, implementar un programa estratégico de control no solo mejora la salud animal, sino que también optimiza los recursos y garantiza una producción más sostenible.