La clasificación lineal avanza como un método técnico que permite evaluar rasgos anatómicos con criterios objetivos. Con una escala numérica que transforma la apariencia del ganado en datos productivos, se consolida como la herramienta clave para seleccionar animales más funcionales y eficientes.
En Colombia, la ganadería ha dado un giro hacia la eficiencia y la sostenibilidad con la implementación creciente de la clasificación lineal bovina. Esta técnica, que evalúa objetivamente la morfología del animal para relacionarla con su potencial productivo, está ganando terreno entre asociaciones de razas puras, criadores y profesionales del sector.
El médico veterinario Ricardo Arenas Ovalle, autor y presentador del Manual Práctico Ganadero, explicó cómo esta evaluación puede marcar la diferencia en el hato nacional.
El principio fundamental de esta metodología parte de una premisa sencilla, la forma refleja la función. Según expuso Arenas Ovalle, “una ubre bien conformada, con pezones bien ubicados y una inserción fuerte, permite un ordeño más eficiente y reduce el riesgo de enfermedades como la mastitis”. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Qué es la clasificación lineal en vacas lecheras y cómo se realiza?)
De igual forma, la angulosidad corporal y la expresión lechera indican que el animal tiene la capacidad de movilizar nutrientes hacia la producción de leche en vez de almacenarlos como grasa.
La clasificación lineal no es una simple observación subjetiva, por eso, el Manual Práctico Ganadero detalló cómo cada rasgo anatómico se evalúa con una escala de 1 a 9, donde el valor intermedio representa el equilibrio funcional deseado y los extremos indican desviaciones que pueden ser contraproducentes, incluso si se ven "llamativas".
Este sistema estandarizado, basado en guías oficiales de cada raza, permite registrar con precisión las características morfológicas más vinculadas con la producción, movilidad, facilidad de parto y longevidad.
Además de su utilidad individual, estas mediciones alimentan programas de evaluación genética, por lo que gracias a la heredabilidad estimada de cada rasgo, es posible predecir qué animales tienen mayor capacidad de transmitir características deseables. Así, una vaca con buena inserción mamaria posterior no solo es funcional, sino que probablemente tendrá hijas igual de productivas y duraderas.
Al servicio del hato
Arenas Ovalle insistió en que esta herramienta científica debe ser utilizada con rigurosidad y capacitación técnica. El animal debe ser evaluado en condiciones óptimas, limpio, en una superficie plana y con buena iluminación, y el clasificador debe observar desde distintos ángulos.
Las calificaciones recolectadas permiten calcular un índice funcional ponderado, que orienta la toma de decisiones en la selección y mejoramiento del hato.
La técnica también permite establecer comparaciones entre animales de una misma raza o entre razas diferentes, aportando datos objetivos a programas de selección por mérito total. En razas lecheras como holstein, jersey o gyr, la evaluación del sistema mamario es fundamental, mientras que en razas de carne como brahman, angus o nelore, la musculatura y la estructura ósea son claves para el rendimiento en canal.
El potencial de este método va más allá del fenotipo, pues se proyecta como un catalizador para una ganadería sustentada en datos, eficiencia y adaptabilidad. (Lea en CONtexto ganadero: Aprenda cómo usar la clasificación lineal para mejorar su hato lechero)
“La clasificación lineal es esencial para el mejoramiento integral del ganado. Nos permite tomar decisiones informadas y mejorar la rentabilidad de la producción ganadera en Colombia”, concluyó Arenas Ovalle.
/)
/)