A medida que crecen los requisitos internacionales para importar carne y leche, Colombia sigue sin implementar de forma integral el sistema que permite identificar a cada res desde su nacimiento. La falta de trazabilidad no solo dificulta el acceso a mercados exigentes, también debilita la lucha contra el robo de ganado y la informalidad en la cadena productiva.
Mientras miles de ganaderos cumplen con normas sanitarias y métodos de identificación en sus predios, el avance del Sistema Nacional de Identificación e Información del Ganado (Sinigán) sigue estancado.
Esta situación, que involucra directamente al Ministerio de Agricultura, al ICA y al Invima, deja al país rezagado frente a las exigencias globales y limita los beneficios que una trazabilidad eficaz podría generar para la salud pública, el comercio y la seguridad del sector rural.
La trazabilidad no es solo una exigencia técnica, es una necesidad estratégica para el sector ganadero. De acuerdo con el Manual Práctico Ganadero, todos los predios destinados a la producción de carne o leche, sin excepción, deben contar con un sistema de identificación que registre el historial completo de cada animal.
Aretes, tatuajes, chapetas, microchips o bolos intraluminales son algunos de los métodos disponibles, cada uno adaptado a las condiciones y modelos de producción. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Por qué la trazabilidad será la llave para sobrevivir en la ganadería del futuro?)
Este tipo de trazabilidad va más allá del simple control administrativo, pues su correcta implementación es una herramienta poderosa para la salud pública, el control sanitario, el desarrollo genético del hato y la lucha contra el delito rural.
La posibilidad de rastrear el origen de un producto cárnico o lácteo no solo protege al consumidor, también fortalece la transparencia de la cadena de producción.
Ricardo Arenas Ovalle, médico veterinario y autor del Manual Práctico Ganadero, afirmó que “es un clamor de la ganadería y de todos los ganaderos la implementación nacional y el adecuado funcionamiento de un sistema de trazabilidad basado en un dispositivo de identificación nacional (DIN) con una orejera, con una numeración, con un código de barras y un botón de radiofrecuencia o chip que contenga el número del animal”.
Obligaciones y acciones
El Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural es el encargado del sistema. Por su parte, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) tiene bajo su responsabilidad el control sanitario de la producción primaria, mientras que el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) debe vigilar los procesos industriales y los productos comerciales.
No obstante, en la práctica, el país sigue rezagado respecto a otros mercados internacionales que ya exigen trazabilidad completa como requisito para las importaciones.
El Manual Práctico Ganadero insistió en que no basta con identificar solo a los animales nacidos en el predio. Todo bovino o búfalo, sin importar su procedencia, debe ser incorporado al sistema con un historial sanitario actualizado.
El estancamiento en la implementación de este sistema no es solo una falla técnica, sino que representa una deuda del Estado con uno de los sectores productivos más importantes del país.
La trazabilidad ganadera debe ser vista como una inversión de país, no como un gasto. Además de proteger la salud y el bolsillo del consumidor, su puesta en marcha abriría mercados de alto valor que hoy están fuera del alcance por falta de garantías sanitarias y de origen.
Finalmente, el Manual Práctico Ganadero señaló que “es el Gobierno Nacional quien debe financiar este sistema por el bien del sector”. (Lea en CONtexto ganadero: Trazabilidad: "Desarrollo o todo nos llega tarde")