Una nueva formaleta metálica creada por Agrosavia permite a los pequeños y medianos ganaderos almacenar forraje de alta calidad de manera segura y económica. Esta herramienta sencilla optimiza el proceso y prolonga la vida útil del alimento para los animales.

La baja producción de carne y leche, junto con los bajos ingresos económicos, se han convertido en un desafío creciente para los ganaderos colombianos, especialmente para los pequeños y medianos.

Para enfrentar esta problemática, el zootecnista Emiro Andrés Suárez Paternina, investigador Máster de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), resaltó durante una transmisión en vivo de Fedegán-FNG de Al Día con Su Región, la importancia de conservar el forraje como estrategia de sostenibilidad. (Lea en CONtexto ganadero: Cómo preparar su propio henolaje con formaleta en la finca)

“El ensilaje ha sido una opción común, sobre todo en bolsas plásticas, pero estas presentan desventajas como la entrada de aire, ruptura por material fibroso o daño por roedores”, expresó, al referirse a los inconvenientes de las técnicas tradicionales.

A pesar de que existen tecnologías más avanzadas para grandes productores, su elevado costo y requerimientos de maquinaria hacen inviable su adopción para muchos ganaderos.

Formaleta metálica: solución innovadora

En este contexto, Agrosavia diseñó en 2020 una formaleta metálica portátil, compuesta por tres piezas, de dos metros de diámetro por 0,8 metros de alto. Esta estructura puede almacenar entre 1,5 y 2 toneladas de forraje verde, dependiendo del tamaño de la partícula y el grado de compactación. (Lea en CONtexto ganadero: Cada peso invertido en Agrosavia se devuelve el triple en beneficio del campo)

La innovación radica en su practicidad y bajo costo. “La estructura puede ser fabricada por soldadores locales con costos variables según la calidad de los materiales”, aseguró el experto. Además, al estar hecha con láminas resistentes, ofrece una durabilidad que permite su uso durante muchos años.

Un aspecto clave es que toda la fricción durante la compactación la recibe la lámina metálica, facilitando el proceso sin importar la fuerza aplicada por el operario. Esta característica, destacó Suárez, optimiza el almacenamiento y reduce el esfuerzo físico necesario.

Cómo se realiza el proceso de ensilaje

Para utilizar la formaleta, primero se debe colocar un plástico resistente en su interior, con el fin de aislar el forraje del suelo y evitar la contaminación por microorganismos patógenos. “Queremos generar un alimento de excelente calidad, libre de patógenos”, indicó Suárez Paternina.

El material picado, proveniente de cultivos como maíz, sorgo, yuca forrajera o pastos de corte, se introduce en capas de 20 a 25 centímetros, compactándolas con los pies. Para reducir costos de mano de obra, se recomienda el uso de un triturador de forraje portátil, que puede ubicarse directamente en el área de cultivo, permitiendo almacenar el material en el mismo lugar donde se cosecha.

Una vez llena la formaleta, el material se cubre con un plástico de calibre siete, se extrae el aire desde la parte superior y se amarra firmemente con pita de nylon. Además, se realiza un dobladillo de tierra alrededor de la estructura para garantizar un cierre hermético.

Conservación y calidad del forraje

El proceso de fermentación se estabiliza entre los 25 y 30 días posteriores al ensilaje. La conservación puede extenderse durante años si se mantiene la compactación y el sellado adecuado.

“En la sede de Agrosavia en Carmen de Bolívar hemos comprobado que las tortas de forraje se pueden mantener en buen estado hasta por dos años”, afirmó Suárez Paternina.

Aunque se estima una pérdida de entre 5 y 7% durante la conservación, dependiendo del grado de compactación, estas cifras son considerablemente menores en comparación con otros métodos tradicionales.

Aditivos para mejorar la fermentación

En algunos casos, especialmente al ensilar pastos de corte (excepto caña de azúcar), se requiere agregar fuentes de energía fermentable como melaza o harinas de yuca, maíz o arroz.

Según Suárez, “la dosis de melaza recomendada es entre 5 a 10 kilogramos por tonelada, diluida en igual volumen de agua y aplicada de manera uniforme con bomba de espalda”.

Cuando se emplean harinas, la proporción puede variar entre el 1 y 2 % del volumen a ensilar. Este complemento permite mejorar la calidad nutricional del ensilaje y garantizar un alimento de mayor valor energético para los animales en los meses de escasez.

Vea a continuación la transmisión de Fedegán: