El pasto por sí solo es incapaz de aportar todos los nutrientes necesarios para el mantenimiento y productividad sostenida de los vacunos, de ahí la importancia de conocer diversas fuentes de nutrientes y su correcta utilización.
El Centro de Investigación Obonuco de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria Agrosavia, en Pasto, Nariño, caracterizó y evaluó diez cultivos forrajeros como fuentes alternativas de suplementación en sistemas de producción de leche en el trópico alto de Nariño.
El trabajo, que fue publicado por la Universidad de Rioja, recoge parte de los resultados de una tesis de Maestría de David Felipe Nieto-Sierra, que llevó a cabo en el marco del proyecto “Mejoramiento de la oferta forrajera, optimización de los sistema de alimentación y aseguramiento de la calidad e inocuidad de la leche en el trópico alto del departamento de Nariño”, financiado por el Sistema General de Regalías y la Gobernación de Nariño (https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7183437)
Los cultivos forrajeros seleccionados fueron especies que crecen bien en altitudes de 2200 msnm en adelante, a una temperatura entre 15 y 22°C, donde predominan sistemas de lechería; algunas leguminosas, porque se reconocen como fuente de excelente forraje y como mejoradoras de la fertilidad del suelo, y otras especies de corto y mediano plazo de alto rendimiento, que permiten obtener un forraje abundante durante ciertas épocas del año. Estos pastos se pueden suministrar directo a los animales o mediante prácticas de ensilaje, henificación o henolaje. (Lea: Los valores agregados del heno)
De acuerdo con los resultados, tres variedades de haba (roja, común y alpargata) y la remolacha forrajera, presentaron mejor rendimiento productivo y calidad nutricional, principalmente en el contenido de Proteína Cruda (PC), energía neta de lactancia (ENL) y digestibilidad de la materia seca (DIG), las cuales son las características nutritivas de consideración en la formulación de alimentos para rumiantes productores de leche, por lo que representan una alternativa en los sistemas de lechería especializada del trópico alto en Nariño.
La remolacha forrajera superó los rendimientos en la mayoría de los cultivos de granos, pues obtuvo los mayores rendimientos de forraje verde (FV).
Este rendimiento se debe probablemente al hecho de que es un cultivo que no tiene etapas de crecimiento susceptibles a condiciones ambientales desfavorables como la floración y el llenado de granos que son muy importantes en el rendimiento final de estos, señala el autor. (Lea: 5 principios de aprovechamiento de los forrajes)
Los cultivos de avena, alfalfa y rábano forrajero se sembraron con semilla sexual y al voleo; mientras que el maíz, la remolacha forrajera y la haba se sembraron con semilla sexual, y con distancias que variaron entre surcos de 0,7 m y 0,9 m y entre plantas de 0,2 m a 0,5 m. El pasto brasilero se sembró con semilla asexual (macollas) con distancias entre surcos 0,5 m y entre plantas 0,5 m.
Durante el establecimiento y desarrollo de los cultivos, se realizó el manejo agronómico (fertilización, control de arvenses, manejo de plagas y patógenos) acorde a recomendaciones técnicas de cada cultivo. La cosecha se realizó de acuerdo con la etapa fenológica óptima para cada cultivo. (Lea: Cuidados y mantenimiento para un buen pasto y forraje)
De acuerdo con Nieto-Sierra, en el trópico alto es muy notable la producción estacional de forrajes; se obtienen pastos abundantes en épocas de lluvia y con poco crecimiento en épocas de verano, con una distribución de un 70 y un 30 % de la producción forrajera, respectivamente.
Además, hay un efecto determinante del clima sobre la producción y la calidad del forraje que influyen directamente sobre la productividad de los animales.
Se debe considerar también, que la mayoría de las pasturas son de reducida calidad nutritiva, debido principalmente al manejo deficiente de las praderas, en relación con los tiempos de uso y descanso, renovación de praderas, o bien, al establecimiento de pastizales con especies mejoradas.
La producción de leche en Colombia está basada en un 85 % en pasturas de kikuyo, en algunos casos se presenta en mezclas con leguminosas y con otras gramíneas como raygrass.
El kikuyo es una especie tropical que se ha naturalizado en el país, es de buena adaptación y se ha vuelto endémico en microrregiones de altiplanicies y laderas frías. (Lea: Kikuyo, un forraje bondadoso para la ganadería en el país)
En la actualidad el kikuyo pese a que es una planta con una mayor adaptación a condiciones de déficit hídrico- registra baja productividad por deficiencias en las prácticas de manejo y por susceptibilidad a heladas.
Por estas razones es benéfico establecer praderas con mezclas de pastos que permita ofrecer una mayor diversidad de alimento para el ganado y contrarreste estas limitantes, las cuales hacen que los productores acudan permanentemente al uso de concentrados y granos que incrementan los costos de producción.