Los forrajes son claves en la producción ganadera y es importante conocer cuáles tienen mejor desempeño según la zona de producción donde se encuentre la finca.
Con el fin de mejorar la producción ganadera a nivel nacional con la introducción de nuevos materiales y metodologías, específicamente para forrajes, Agrosavia junto con el Centro de Investigación, Innovación y Desarrollo de Sáenz Fety y el gobierno de Nueva Zelanda realizan una serie de investigaciones para evaluar el rendimiento de materiales forrajeros con diferentes tratamientos.
Según Raúl Rojas, director técnico del área de forrajes de Sáenz Fety, el trabajo se hace principalmente para vacas pero también son forrajes que se pueden utilizar para ganado de engorde y en otras especies como ovinos, caprinos y caballos. (Lea: La planeación es esencial para usar correctamente los forrajes)
Es muy importante que antes de traer un material a Colombia se hagan evaluaciones porque puede que en otra parte del mundo, por ejemplo en Estados Unidos un raigrás funcione muy bien, tenga características extraordinarias pero en nuestro medio no funcione bien.
“Nosotros somos un territorio donde no tenemos estaciones y entonces las condiciones van a variar, por eso es importante hacer evaluación de los materiales como se realiza en el centro de innovación y desarrollo haciendo pequeñas parcelas para conocer el material y una vez están seguros de cómo funciona se realizan pruebas en diferentes partes del país”, señaló.
Es así como se hacen ensayos en regiones como Boyacá, Nariño, Caldas y Antioquia, entre otros, para probar los materiales y antes de traerlo a Colombia estar seguros que funciona bajo las condiciones del país.
Más que lograr una adaptación lo que se pretende es que la genética del material llegue adaptada a las condiciones de nuestro país y para eso se necesita hacer pruebas, las cuales pueden tardar entre tres y cinco años antes de efectuar el lanzamiento del material.
Inicialmente las pruebas se realizan en el centro de innovación y una vez se selecciona el mejor material, empiezan a sembrar en las diferentes regiones. Todo este proceso es el que tarda de tres a cinco años. (Lea: Planeación forrajera, herramienta esencial para la nutrición bovina)
En las parcelas de un metro cuadrado del centro comienzan todas las evaluaciones para tener un conocimiento de cada material, cómo crece, si el porte es alto o bajo, si la hoja es ancha o angosta, qué cantidad de forraje produce, si es tolerante a diferentes plagas como las que se pueden tener en la sabana de Bogotá o en otra parte del país, como es el caso del chinche de los pastos que es un chupador.
Con base en los resultados que se van obteniendo de la evaluación se hace la selección de los mejores materiales.
Por ejemplo, se tiene una mezcla de diferentes materiales de raigrases donde se pueden tener algunos anuales e híbridos perennes, el primero da un volumen alto de forraje, y el otro brindará persistencia a través del tiempo. Es una mezcla interesante porque se va a tener un volumen inicial alto y luego una durabilidad.
Otra mezcla que se está evaluando es una entre trébol, pasto azul y raigrás con el fin de brindarle al ganado una dieta balanceada.
En la medida en que se tenga una mayor proporción de hojas en un material se va a lograr una mejor nutrición porque la calidad nutricional del pasto es mayor en las hojas que en el tallo. (Lea: Forraje, el futuro de la ganadería)
“Dentro de las búsquedas que hacemos de nuevos materiales lo que pretendemos es que produzcan muchas hojas y menos tallos”, indicó.
Entre los raigrases hay diferentes tipos, están los anuales, los híbridos y los perennes. Hay una diferencia grande entre los tres en cuanto a producción por corte de forraje. Normalmente los anuales producen mucho más por corte pero duran poco a través del tiempo y los perennes producen poco por corte pero duran mucho más.
Hay muchos ganaderos a los que les gustan los raigrases anuales porque tienen un porte alto pero el tallo es grande y las hojas son anchas. Es importante tener en cuenta que tanto para carne como para leche se necesita un forraje que produzca muchas hojas.
Entre tanto el raigrás perenne tiene unos tallos muy cortos y una densidad de hojas muy alta, lo cual hace que sea diferente a los demás.
Con los anuales y los híbridos el ganadero tiene una mayor flexibilidad en el manejo, si se demora en pastoreo baja la calidad nutricional pero va a ser más fácil que el animal los consuma, concluyó.