Una mala decisión en la selección genética o una pradera empobrecida pueden arruinar meses de inversión en biotecnología reproductiva. César Gómez, veterinario con más de dos décadas de experiencia en el campo, advierte que el éxito reproductivo va más allá de la técnica, depende de factores invisibles, pero críticos, como la nutrición, el manejo y la capacitación.
En fincas ganaderas de todo el país, los resultados reproductivos siguen sin ser los esperados a pesar de la implementación de tecnologías avanzadas como la inseminación artificial y la transferencia de embriones.
Tras más de 20 años recorriendo terrenos ganaderos y evaluando cientos de animales, el médico veterinario César Gómez ha identificado los factores que más inciden en el fracaso o éxito de estos procedimientos.
El especialista en reproducción bovina y animal aseguró que “el principal factor que afecta el éxito es la nutrición”. (Lea en CONtexto ganadero: Siga estos tips para mejorar la tasa de preñez en ganadería)
Gómez expuso que la diferencia entre una buena tasa de preñez y una decepcionante puede estar simplemente en el estado de la pradera. Climas favorables, pasturas de calidad y una condición corporal adecuada del animal son determinantes, especialmente cuando se trata de vacas en picos de lactancia, donde la exigencia metabólica compromete la eficiencia reproductiva.
Capacitación, punto olvidado
No basta con aplicar la tecnología si no se cuenta con el conocimiento para hacerlo correctamente. Es por esto que Gómez explicó que muchas fallas se deben a errores humanos. La inseminación artificial y la transferencia de embriones son técnicas que requieren precisión, conocimiento anatómico y experiencia práctica.
En sus palabras, “el que está inseminando tiene que saber inseminar”. Para el profesional, la falta de capacitación técnica del personal es una de las causas más frecuentes de bajas tasas de éxito.
Asimismo, afirmó que el técnico que transfiere embriones debe depositarlos con exactitud en el cuerno uterino correcto, algo que no siempre sucede, comprometiendo la viabilidad del embrión y el retorno económico esperado.
El cuidado evita pérdidas millonarias
Otro de los puntos críticos en los que hizo énfasis Gómez es el manejo individualizado de los animales, ya que cada vaca o novilla requiere atención particular según su estado fisiológico y sanitario.
Enfermedades como la brucelosis o la leptospirosis pueden provocar abortos tempranos, pérdida del embrión o incluso nacimientos muertos, con fuertes repercusiones económicas.
El experto insistió en la necesidad de un programa sanitario estricto, con animales vacunados y monitoreados constantemente. Todo esto, debido a que “si no se cuidan estos aspectos, se pierde todo el esfuerzo del proceso biotecnológico”.
El parto, el momento clave
Uno de los errores más comunes y menos discutidos ocurre incluso antes de que el ternero nazca. La selección del toro y la compatibilidad genética con la vaca son fundamentales para evitar partos distócicos.
Según Gómez, “nos hemos dado cuenta de que en algunos cruzamientos hay dificultades en el parto. Si la vaca sufre, puede morir el ternero o ella misma quedar inservible para la reproducción”.
Por ello, el proceso de selección genética debe comenzar con claridad sobre los objetivos productivos, ya sea carne, leche o doble propósito. Solo así se evita comprometer el bienestar del animal y se asegura su pronta recuperación y futura preñez.
Tips adicionales
Gómez recomendó utilizar animales ya adaptados a las condiciones locales, debido a que las vacas que han sobrevivido y producido en una finca específica están aclimatadas a los parásitos, al calor y a las exigencias del terreno.
“No se deben traer animales de otros entornos porque ahí empiezan las fallas y las muertes”, advirtió. (Lea en CONtexto ganadero: ¡Atención ganadero! Las hormonas no siempre garantizan preñez, vea aquí las razones)
Además, recalcó que se debe definir un norte, ¿Leche, carne o doble propósito? A partir de esa meta, el ganadero puede diseñar un plan de mejoramiento genético y biotecnológico sostenible, aumentando la productividad sin sacrificar eficiencia ni bienestar animal.
Finalmente, Gómez concluyó que capacitarse es la mejor inversión. No todas las vacas sirven para todos los programas, y no todas las tecnologías son para todas las fincas.