Los sistemas automatizados para detectar problemas de locomoción en ganado lechero están revolucionando el manejo del hato. Estos dispositivos permiten una intervención temprana, mejoran el bienestar animal y aumentan la rentabilidad.
Las cojeras en vacas lecheras afectan el bienestar del animal, pero además generan pérdidas económicas importantes. Un animal con dolor reduce su ingesta de alimento, baja su producción y puede quedar fuera del ciclo reproductivo. La buena noticia es que la tecnología ya está dando pasos firmes para anticiparse al problema. (Lea en CONtexto ganadero: Cerca del 40% de las cojeras en bovinos no son infecciosas, según expertos)
Francisco Wiesner, médico veterinario y profesional de Fedegán-FNG, explicó que “en la ganadería especializada de leche del trópico alto se están utilizando unos sistemas en vacas estabuladas que permiten monitoreos de manera constante”.
Estos sistemas incluyen collares inteligentes que envían datos en tiempo real sobre la actividad física del animal y su temperatura corporal, generando alertas que permiten detectar problemas de salud de forma anticipada.
Cómo funciona
La automatización en la detección de cojeras se basa principalmente en sensores colocados en las extremidades o en collares que recogen información sobre la locomoción del animal.
Según el artículo ‘La automatización en la prevención y control de las cojeras en los rebaños lecheros’ de la revista Frisona Española, estos sistemas “analizan el comportamiento locomotor mediante cámaras y sensores que registran la forma de andar del animal, identificando alteraciones con una precisión superior al ojo humano”.
Estos datos son procesados por software con inteligencia artificial que compara el patrón de movimiento actual con un patrón normal. Si se detecta una desviación, el sistema lanza una alerta. Así, el ganadero puede actuar incluso antes de que la cojera sea evidente a simple vista.
Tamaño del hato, factor clave
Wiesner señaló que esta tecnología tiene un mayor impacto en fincas con un número significativo de vacas. “Es importante aplicarlo en hatos de mínimo 500 vacas”, aseguró, pues en estos sistemas estabulados las vacas tienen menos movilidad y se necesita un control más preciso y constante para detectar los problemas de forma oportuna.
La automatización también ha evolucionado desde los antiguos podómetros —que se usaban principalmente para detectar celos— hacia sistemas más completos. “Con la llegada del ecógrafo y con estos protocolos de inseminación a tiempo fijo, sin necesidad de detectar el celo, se han solucionado muchas cosas”, explicó el veterinario.
Más prevención, menos dolor
Detectar una cojera en sus primeras fases es fundamental, el artículo de Frisona destaca que “cuanto antes se detecta una cojera, menor es el impacto en la producción y en la recuperación del animal”. Con sistemas automatizados, la intervención puede ser más temprana, evitando que el problema avance a estados más graves que impliquen tratamientos costosos o la eliminación del animal.
Los ganaderos también han empezado a prestar más atención al manejo podológico. Wiesner indicó que “ya hay profesionales especializados en podología que hacen el trabajo y van a las fincas con todos sus bretes y utensilios, y hacen la tarea una o dos veces al año”. Otros, más involucrados, han optado por capacitarse y hacer el trabajo directamente, como parte de su rutina de manejo.
Inversión con retorno asegurado
Aunque estos sistemas pueden implicar una inversión inicial considerable, la experiencia muestra que su uso se traduce en un retorno económico sostenible. Detectar una cojera a tiempo puede ahorrar tratamientos caros, evitar bajas en la producción y mejorar la longevidad de los animales. (Lea en CONtexto ganadero: Collares inteligentes para bovinos, ¿cuál es su verdadera función?)
Según el artículo, “la implementación de sistemas de vigilancia automatizados ha permitido a muchas explotaciones reducir hasta en un 30% los casos de cojera clínica”. Este dato, más allá de lo económico, tiene un fuerte componente de bienestar animal.