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Así es como una vaca cambió la vida de 50 familias rurales en Meta y aún puede transformar muchas más

Melanny Orozco 02 de Septiembre 2025
Beneficiaria Lilia PuentesFoto: FundagánEl proyecto Una vaca por la paz ha demostrado que la ganadería puede ser una herramienta de reconciliación y desarrollo sostenible.

Una asociación de mujeres rurales ubicada en el municipio de Cubarral transformó su destino gracias a un proyecto ganadero que sembró esperanza y cosechó desarrollo. Hoy, más de 50 hogares viven de la leche, pero muchas más aún esperan una oportunidad para cambiar su historia.


Cuando en 2008 llegó por primera vez al municipio de Cubarral (Meta) el programa Una vaca por la paz, nadie imaginaba que aquella iniciativa se convertiría en el punto de partida para el cambio económico y social liderado por mujeres del campo.

María Lilia Puentes, una de las protagonistas de esta historia, recordó ese momento como “una bendición de Dios”. (Lea en CONtexto ganadero: Así luchan los ganaderos por la paz: con las vacas como su poderosa herramienta)

Puentes no solo es vocera de una historia inspiradora, también es testigo directo de una realidad que afecta a miles de mujeres rurales en Colombia.

“Nosotras en el municipio nos organizamos y formamos nuestra asociación porque en el campo la mujer nunca es remunerada, nunca se gana un sueldo, no tiene cómo vivir independiente”, manifestó.

Así nació Brisas de Esperanza, una organización femenina construida desde la tierra, el esfuerzo compartido y la convicción de que la mujer campesina necesita más que palabras de aliento, necesita herramientas para construir su autonomía económica.

Fue en ese momento que conocieron el proyecto impulsado por la Fundación Colombia Ganadera (Fundagán), que llegaba justo cuando más lo necesitaban. Lo que empezó con la entrega de una sola vaca, se convirtió en el origen de un modelo productivo replicable.

De acuerdo con Puentes, “con esa esperanza de que nos iban a dar una vaquita por la paz, ese anhelo se cumplió”.

Sin embargo, la felicidad no fue solo en 2008, pues en 2015 el programa regresó con una nueva donación, esta vez de 12 a 14 animales, suficientes para consolidar el sueño que llevaban 7 años gestando.

La leche comenzó a fluir y, con ella, los ingresos. Pronto, lo que era una asociación informal se convirtió en una empresa de lácteos, con procesos de transformación, comercialización y empleo local.

Hoy, son 50 las familias que viven de esta cadena de valor, todas lideradas por mujeres o con su participación activa. La vaca, que antes era solo un animal de subsistencia, se transformó en símbolo de autonomía y progreso.


Impacto de un modelo


Más allá de su éxito puntual, el proyecto ‘Una vaca por la paz’ ha demostrado que la ganadería puede ser una herramienta de reconciliación y desarrollo sostenible.

Su implementación en zonas afectadas por el conflicto armado abre caminos para la reconstrucción del tejido social, la generación de empleo rural y la soberanía alimentaria.

Según Puentes, “la vaca es el sustento de todas estas familias que estamos a la espera de cómo salir adelante”. (Lea en CONtexto ganadero: Con una vaca empieza el cambio: vea si usted puede unirse al programa que transforma vidas en el campo)

Su testimonio no es solo una historia individual, sino el reflejo de un movimiento creciente de mujeres rurales que reclaman su lugar como productoras, emprendedoras y líderes comunitarias.

Gracias a esta iniciativa, cientos de familias han transformado sus vidas, pero muchas más aún esperan esa primera vaca, esa semilla que puede cambiarlo todo. Es por eso que Fundagán ha convocado a la ciudadanía a sumarse a esta causa.

El próximo 6 de noviembre se celebrará la V Gran Cena Gourmet en el Club El Nogal, un evento solidario cuyo objetivo es recaudar fondos para seguir llevando más vacas, más proyectos y más esperanza al campo colombiano. Para más información y donaciones comuníquese a los números 304 3368820 / 301 5054639.


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