En el Congreso Nacional Agropecuario, Samir Campo, CEO de Raddar CKG, advirtió que la subida de precios en casi todos los alimentos está reconfigurando el consumo de las familias. El experto presentó un panorama amplio del mercado y alertó sobre tensiones estructurales que afectan al sector.
Durante su intervención en el Congreso Nacional Agropecuario, organizado por la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Samir Campo, CEO de Raddar CKG, abrió su análisis recordando que Colombia es un país donde la diversidad cultural, geográfica y económica marca las decisiones de consumo.
El líder de Raddar CKG, consultora que analiza y predice el comportamiento del consumidor y del gasto en Latinoamérica, mencionó que el territorio alcanza 1,14 millones de kilómetros cuadrados, con 483.000 ocupados por la selva amazónica, y que conviven más de 70 lenguas en un país de 52,2 millones de habitantes.
También destacó la amplitud climática registrada este año, con temperaturas que oscilaron entre 42,8 °C y -0,9 °C, un dato que refleja la complejidad de la producción agropecuaria en distintos pisos térmicos.
Para mostrar cómo esta diversidad permea la mesa de los hogares, se refirió a la identidad culinaria regional. Recordó que para un antioqueño la bandeja paisa es central, mientras en Bogotá el ajiaco es símbolo de tradición y en el Meta reina la mamona.
“Hablar de Colombia es complejo y difícil, y supone entender que estamos lidiando con muchas tensiones que hacen parte del proceso de cambio como nación”, señaló.
En su opinión, esa dificultad para unificar criterios también se traslada al mercado y a la conversación pública. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Por qué la ganadería es motor de desarrollo económico en Colombia?)
“Si algo nos caracteriza hoy es que es muy difícil ponernos de acuerdo como país”, comentó, antes de retomar una frase escuchada en el panel: “Probablemente hay dos cosas que nos unen como país: la selección Colombia y el campo”.
Presión creciente en el gasto de los alimentos
El CEO de Raddar presentó una radiografía de cómo se mueve el consumo en los hogares, indicando que uno de los elementos que más pesa en la estructura del gasto es la alimentación.
De acuerdo con su explicación, uno de cada tres pesos que gastan las familias se va a este rubro, y dentro de esa categoría, proteínas, frutas, verduras, leche y derivados representan cerca del 60 %. Este comportamiento se mantiene incluso en medio de cambios en la economía y en las dinámicas del mercado laboral.
En medio de este panorama, Campo lanzó su advertencia más directa. “Todos los alimentos, salvo el arroz, han tenido un alza significativa, y esto es un dolor de cabeza”.
La frase resume la presión que sienten los hogares y los efectos de los costos de producción en la industria agropecuaria. Sin repetir los detalles técnicos presentados, insistió en que el encarecimiento de la comida tiene raíces en factores estructurales que van desde la inflación hasta las tensiones globales que afectan insumos clave.
A esto sumó otro elemento: la creciente participación del sector servicios en el presupuesto familiar. Con más gastos dirigidos al bienestar, la movilidad, la conectividad y la recreación, el espacio para maniobrar dentro de la canasta alimentaria es cada vez más reducido. Esta combinación, según él, exige repensar estrategias tanto para productores como para comerciantes y consumidores.
Proyecciones demográficas y retos para el mercado
Campo también dedicó parte de su intervención a explicar cómo los cambios demográficos reconfiguran el mercado de alimentos. Proyectó que para 2030 el tamaño promedio de los hogares caerá a cerca de 1,8 personas, un descenso frente al promedio actual de 2,4.
Este fenómeno, dijo, tendrá impactos directos en el tamaño del mercado, en la frecuencia de compra y en la forma en que se distribuyen los ingresos. Añadió que Colombia se está envejeciendo y que la ampliación en la esperanza de vida obliga a revisar la calidad nutricional de lo que se consume hoy.
En el frente agrícola, destacó que los precios constantes muestran un crecimiento del 7,2 %, con departamentos como Tolima, Cauca, Cundinamarca, Santander y Boyacá aportando de manera notable.
Además, subrayó el buen desempeño de las exportaciones de café, cacao y aguacate, aunque advirtió sobre un desequilibrio en la balanza comercial: “Exportamos aguacates pero recibimos productos de mayor valor como un iPhone”.
Para cerrar, dejó claro que la discusión sobre el consumo de alimentos en Colombia no es solo económica. También responde a transformaciones sociales, culturales y políticas que avanzan a ritmos distintos.



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