Ese país reportó un aumento de casos en el ganado de más del 50 por ciento en un mes, lo que ha generado preocupación por la salud animal, exportaciones y riesgos sanitarios. En Colombia, aunque el parásito circula, expertos señalan que no hay indicios de emergencia ni reintroducción, pero llaman a fortalecer vigilancia y bioseguridad.
De julio a agosto de 2025 los casos de gusano barrenador en México pasaron de aproximadamente 3.300 a más de 5.000, un salto que alarma a productores y autoridades.
Ante ese contexto, conversamos con el Dr. Gabriel Tafur, Ph. D. e investigador de Agrosavia, quien brindó a CONtexto ganadero un amplio panorama local colombiano y los riesgos reales para el país.
Alarma en México y contexto regional
México reportó hasta el 17 de agosto de 2025 un total de 5.086 casos de gusano barrenador carnívoro en animales, lo que representa un aumento del 53 % respecto al mes anterior. Dicho brote ha afectado principalmente ganado bovino, pero también otros animales domésticos como perros, caballos y ovejas están en riesgo frente a lo cual las autoridades mexicanas han advertido, incluso, sobre contagios en humanos, con al menos 41 casos confirmados de miasis derivadas de heridas infectadas con este parásito, extendiéndose a varios estados del país norteamericano.
Este panorama ha generado preocupación no solo por la salud de los animales, sino también por las potenciales restricciones en exportaciones, los costos de control, y los riesgos que implica la expansión hacia otras regiones, incluyendo fronteras con Estados Unidos.
El gusano barrenador vuelve a poner en alerta a México.
— BM Editores (@BMEditores) September 10, 2025
De julio a agosto 2025 los casos subieron de 3,300 a más de 5,000, mientras que las exportaciones de ganado enfrentan volatilidad y riesgo de nuevas restricciones.#GusanoBarrenador #SanidadAnimal #México #Ganadería pic.twitter.com/ebiGvjxT01
Colombia: presencia sin emergencia
Tafur insiste en que la situación en Colombia es distinta. "El gusano barrenador en Colombia es de circulación común, aunque desconozcamos su situación epidemiológica. No podemos hablar de reintroducción, porque ha estado presente… Tener al gusano barrenador bajo un estatus de emergencia o reemergencia, como quizás lo está analizando Estados Unidos o México, sería una interpretación errónea para la realidad nacional”, amplió.
En Colombia no se han desarrollado campañas de erradicación como las que en México y EE. UU. impulsaron en décadas anteriores, ni se ha implementado un programa nacional que declare al país libre del gusano barrenador. Tafur señaló que, aunque la presencia es constante, la evidencia no indica una escalada similar a la de México, lo que no exime, sin embargo, del riesgo latente.
Prevención, estrategias e impacto
El investigador agrega: “En relación al tema del gusano barrenador, Agrosavia ha venido haciendo trabajos que se podrían relacionar al problema… como son todos los componentes de salud y bienestar animal de manera integral, que ayudan a reducir el impacto del manejo cruento en las ganaderías y de heridas superficiales, que son los que utilizan las moscas ( Cochliomyia hominivorax) para poner los huevos.”
Entre las prácticas mencionadas están: mejorar el manejo de heridas, promover bienestar animal para disminuir lesiones, control general de poblaciones de moscas y articulación entre actores (veterinarios, ganaderos, autoridades sanitarias).
Si se presentara un brote como el mexicano, habría impactos en la productividad (por mortalidad, menor crecimiento, pérdidas de peso del hato e infecciones secundarias), en los costos de tratamientos, y probablemente en la confiabilidad de exportaciones, pues los mercados internacionales exigen altos estándares sanitarios.
Recordatorio para Colombia
La reciente alarma en México funciona como un recordatorio para Colombia: aunque el gusano barrenador ha sido históricamente parte de la fauna de parásitos del ganado nacional, hoy no existen evidencias públicas de que el país esté en emergencia sanitaria ni de que su situación esté empeorando al ritmo del caso mexicano. Lo que sí se confirma es la necesidad de fortalecer los sistemas de vigilancia epidemiológica, promover la ciencia local que cuantifique la prevalencia real y articular esfuerzos para prevención en predios rurales. En resumen, la urgencia debe estar en la acción preventiva, no en el discurso alarmista.