Científicos australianos han desarrollado un innovador índice genético para seleccionar vacas más resistentes al calor, buscando combatir el estrés calórico que afecta su productividad y bienestar. Aunque la herramienta ofrece una solución que podría aplicarse en otros países, en Colombia, una metodología como esta tendría que adaptarse al trópico.
Australia, conocida por sus veranos abrasadores, enfrenta un problema persistente en su industria lechera: el estrés térmico en el ganado. Altas temperaturas, combinadas con humedad constante, han reducido significativamente la productividad y han afectado el bienestar de las vacas.
Para enfrentar este desafío, la ciencia invirtió en el desarrollo de un índice genético que mide la tolerancia al calor. (Lea en CONtexto ganadero: Australia exporta 1,3 millones de toneladas de carne con el mismo número de reses que Colombia)
Thuy Nguyen, investigadora australiana, lideró la creación del ABV (Australian Breeding Value for Heat Tolerance), una herramienta diseñada para seleccionar animales más adaptados a condiciones climáticas extremas.
“Es fantástico ver que tiene repercusión mundial”, dijo Nguyen en una entrevista para la cadena ABC, destacando que su índice ya está siendo evaluado y utilizado fuera de Australia, incluyendo en Estados Unidos.
Más que temperatura corporal
Uno de los aspectos más revolucionarios del ABV es su enfoque. Tradicionalmente, se medía la tolerancia al calor mediante la temperatura corporal del animal, pero Nguyen descubrió que esto no era suficiente para predecir el verdadero impacto del calor en la productividad y el bienestar. En su lugar, puso la lupa sobre el comportamiento de las vacas durante los días más calurosos.
Letargo, pérdida de apetito, amontonamiento y la tendencia a concentrar excreciones en un solo lugar —generando un ambiente más húmedo— fueron claves en el diseño de un nuevo modelo de análisis.
“No se trata solo de cuánto calor puede soportar una vaca, sino de cómo reacciona cuando lo está sintiendo”, explicó Nguyen. Este cambio de paradigma permitió construir un índice mucho más útil para los ganaderos, basado en observaciones cotidianas y no únicamente en métricas clínicas.
El ABV no solo mide una condición genética, también ofrece una guía práctica para la selección de ejemplares más resilientes. Con su implementación, los productores pueden mejorar la eficiencia del hato sin sacrificar el bienestar animal, adaptándose a los desafíos del cambio climático.
Letargo, pérdida de apetito, amontonamiento y la tendencia a concentrar excreciones en un solo lugar son señales de estrés calórico en vacas, y fueron claves para diseñar el nuevo modelo de análisis. Foto: facebook.com/jlbrea63
Potencial global
La creación del ABV ha despertado el interés de países con climas similares o sistemas intensivos de producción lechera. Estados Unidos, Italia y España ya están evaluando su adaptación. Además, el respaldo de instituciones científicas y ganaderas dentro de Australia ha impulsado su adopción en diversos estados, consolidándolo como un modelo de referencia.
En América Latina, donde el calor también limita el rendimiento ganadero, este tipo de innovación no pasa desapercibida. El médico veterinario colombiano Juan Diego Rivera valoró el avance con optimismo y realismo.
“Incorporar criterios de adaptación climática en los programas de mejoramiento genético no es una opción futura, sino una necesidad presente. El índice genético desarrollado en Australia para seleccionar vacas lecheras tolerantes al calor representa un hito relevante para la ganadería mundial”, afirmó.
No obstante, advirtió sobre el reto de aplicar estas soluciones en regiones como Colombia, donde el acceso a tecnología debe complementarse con el conocimiento local.
En su opinión, avanzar hacia una ganadería resiliente implica adoptar estas herramientas, pero también adaptarlas a las condiciones del trópico bajo y medio, donde el estrés térmico ya es un problema cotidiano.