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José ‘Pepe’ Mujica

Foto: Pablo Valadares / Câmara dos Deputados

Su perra Manuela, una mestiza de tres patas, fue su inseparable compañera durante más de dos décadas.

internacional

El adiós a Pepe Mujica: una vida de sencillez y amor por los animales

por: Neife Castro- 31 de Diciembre 1969

El fallecimiento del expresidente de Uruguay conmueve al mundo, no solo por su vida austera, sino también por su profundo amor por los animales. Mujica expresó su deseo de que sus cenizas fueran enterradas junto a las de su perra Manuela, bajo un árbol de secoya plantado en su finca.

El fallecimiento del expresidente de Uruguay conmueve al mundo, no solo por su vida austera, sino también por su profundo amor por los animales. Mujica expresó su deseo de que sus cenizas fueran enterradas junto a las de su perra Manuela, bajo un árbol de secoya plantado en su finca.


El expresidente uruguayo falleció el pasado 13 de mayo a los 89 años, tras una prolongada lucha contra el cáncer de esófago. Su vida, marcada por la coherencia entre sus ideales y acciones, deja una huella imborrable en la historia de América Latina.

Su perra Manuela, una mestiza de tres patas, fue su inseparable compañera durante más de dos décadas, acompañándolo incluso en actos oficiales.

Mujica expresó su deseo de que sus cenizas fueran enterradas junto a las de Manuela, bajo un árbol de secoya plantado en su finca.


José “Pepe” Mujica, expresidente uruguayo falleció el pasado 13 de mayo, a los 89 años, tras una prolongada lucha contra el cáncer de esófago.


Austero


Nacido en Montevideo en 1935, José Mujica se unió en los años 60 al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, (MPP), participando en acciones armadas contra el gobierno y siendo encarcelado en varias ocasiones.

Durante la dictadura militar uruguaya, pasó casi 15 años en prisión, muchos de ellos en condiciones de aislamiento extremo.

Tras su liberación en 1985, se incorporó al Frente Amplio, siendo elegido diputado, senador y ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca. En 2010, asumió la presidencia de Uruguay, cargo que ocupó hasta 2015.

Durante su mandato, Mujica impulsó reformas progresistas como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación de la marihuana, convirtiendo a Uruguay en un referente de políticas sociales avanzadas.

Su estilo de vida austero, rechazando los lujos del poder y donando gran parte de su salario, le valió el apodo de “el presidente más pobre del mundo”. Vivía en una modesta finca en Rincón del Cerro, donde cultivaba flores y compartía su vida con su esposa, Lucía Topolansky, y su perra Manuela.


Su perra Manuela, una mestiza de tres patas, fue su inseparable compañera durante más de dos décadas.


Amor de tres patas


Manuela, una perra mestiza de tres patas, fue la fiel compañera de Mujica durante más de 20 años. Rescatada tras un accidente, Manuela se convirtió en parte inseparable de la vida del expresidente, acompañándolo en actos oficiales y siendo un símbolo de su amor por los animales y la sencillez de su vida.

La imagen de Mujica con Manuela recorrió el mundo, reflejando su conexión con la naturaleza y su rechazo a las vanidades del poder.

En una entrevista, Mujica expresó su deseo de ser enterrado junto a Manuela, bajo una secoya: “Ahí afuera hay una secoya grandota. Está Manuela enterrada ahí. Estoy haciendo los papeles para que ahí también me entierren a mí. Y ya está”.

Este deseo refleja su profunda conexión con la tierra y los seres que la habitan, y su filosofía de vida basada en la humildad y el respeto por la naturaleza.


Humildad y coherencia


La muerte de Mujica ha generado una ola de condolencias y homenajes en todo el mundo. Líderes políticos, activistas y ciudadanos han destacado su integridad, compromiso con la justicia social y su estilo de vida coherente con sus ideales. El presidente uruguayo, Yamandú Orsi, lo describió como “una inspiración y un referente ineludible”.

Mujica dejó la política activa en 2020, pero continuó siendo una voz influyente en temas sociales y políticos. Su legado trasciende las fronteras de Uruguay, inspirando a generaciones a vivir con sencillez, a luchar por la equidad y a valorar la conexión con la naturaleza y los animales.

Su vida y su muerte nos recuerdan que la grandeza no reside en el poder o la riqueza, sino en la coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Pepe Mujica vivió y murió fiel a sus principios, dejando una huella imborrable en la historia y en los corazones de quienes creen en un mundo más justo y humano.


Manuela se convirtió en parte inseparable de la vida del expresidente.