La muerte de Miguel Uribe revive el dolor de miles de familias golpeadas por el crimen y la inseguridad. El gremio ganadero, representado por Fedegán, se solidariza con sus seres queridos, denuncia el abandono estatal y exige acciones contundentes para devolver la paz y la seguridad a las regiones rurales.
La violencia volvió a golpear de manera brutal al país con el asesinato de Miguel Uribe, un hecho que deja una profunda herida en el corazón de su familia y de todos los colombianos que anhelan un futuro distinto.
Su partida revive el drama que lo marcó desde niño: el asesinato de su madre, Diana Turbay, el 25 de enero de 1991, tras casi cinco meses de secuestro a manos de Pablo Escobar. Miguel estaba entonces a solo tres días de cumplir cinco años, una fecha que jamás volvió a celebrar junto a ella.
Hoy, 34 años y siete meses después, y con un año menos de edad que tenía su madre al morir, Uribe también fue asesinado por culpa de la violencia que sigue golpeando a Colombia, esa misma que se reinventa con nuevos actores y métodos, pero que deja idénticas cicatrices en las familias y en la memoria del país.
Este hecho refleja la tragedia que se repite día tras día en el campo, donde la zozobra y el miedo se han convertido en parte de la cotidianidad. (Lea en CONtexto ganadero: Cabal arremete contra la izquierda tras magnicidio de Miguel Uribe: “Las mismas fuentes criminales siguen financiando la política”)
Para Fedegán, este crimen es un recordatorio doloroso de que la inseguridad sigue arrebatando vidas y esperanzas en las regiones. Por eso, más allá de la indignación, el sector alza la voz para exigir al Estado y a la sociedad entera un compromiso real y decidido por devolver la paz a las zonas rurales, proteger a sus comunidades y romper el ciclo de impunidad que alimenta la violencia.
Vea el mensaje de Fedegán a continuación: