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Foto: Presidencia de la República

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No podemos volver a engañar las esperanzas del país: Lafaurie sobre proceso de paz con el ELN

por: CONtexto ganadero- 31 de Diciembre 1969

El presidente ejecutivo de Fedegán y negociador en el proceso de paz con ELN, José Félix Lafaurie, expresó que la paz va más allá del silencio de las armas. Indicó también que debe haber “presión social” a la contraparte.

José Félix Lafaurie señala cuatro aspectos que son básicos para que el proceso de paz con la guerrilla del ELN: debe ser creíble, debe motivar un acompañamiento social, debe expresarse en elementos sustanciales que respondan a lo sustantivo y, soluciones de futuro.

Así lo manifestó el dirigente gremial en su más reciente columna de opinión en donde continuó con la concepción de Ortega y Gasset sobre el “dogma país” y la relacionó con el “Acuerdo sobre lo fundamental” de Álvaro Gómez Hurtado.

El negociador de paz expresó que para que el dogma país entusiasme, primero, debe ser creíble. “No podemos volver a engañar las esperanzas del país, pues la paz va más allá del silencio de las armas, que sí se puede firmar, pero la paz no se firma, se construye a partir de la unión de voluntades alrededor de objetivos comunes”.

El segundo aspecto es que debe motivar un acompañamiento social a los procesos de negociación y a las ofertas de la Mesa, como también una gran presión social a la contraparte, desde un país comprometido con el “dogma nacional” de la paz.

“Tercero, debe expresarse en unos elementos sustanciales que respondan a lo “sustantivo”; es decir a las causas objetivas de la ausencia de paz; y

Cuarto, esos elementos deben tener soluciones de futuro, pero también proyectos piloto, victorias tempranas, que rompan paradigmas y manden mensajes de ‘SÍ SE PUEDE’ a la sociedad escéptica. Esbozaré algunos, con la promesa de desarrollarlos en columnas venideras”, añadió el presidente ejecutivo de Fedegán.

Sí se puede

A su vez sostuvo que es necesario un sistema legislativo cuya independencia garantice leyes que respondan a las necesidades de todos y no a los intereses de unos pocos; y un Estado con el tamaño y la capacidad para convertirlas en realidades transformadoras. En la profusión de leyes y el gigantismo burocrático se esconde la trampa y se incuba la corrupción.

La justicia es una expresión de gigantismo sin resultados y el mayor factor de escepticismo y desconfianza social. La igualdad de acceso y tratamiento, a pesar de la tutela, es todavía un logro inalcanzado. El entramado de ineficiencias y la manipulación dilatoria la convirtieron en una justicia inoportuna. La impunidad del 95 % y el sistema carcelario son su vergüenza”, destacó.

Explicó que también es necesaria la seguridad como derecho y bien fundante de la sociedad, a partir de una Fuerza Pública moderna, transparente y civilista. El libre emprendimiento, con énfasis en el reconocimiento y apoyo al pequeño y mediano, tanto urbano como rural. La democratización del crédito, una de las expresiones más dramáticas de la inequidad, con altísimos costos que agobian a la clase media y empujan a los menos favorecidos a la maldición del gota a gota.

En su columna semanal también se refirió a la educación, como factor de equidad y de construcción de futuro, es una prioridad sin discusión. La dignificación de la política y la elevación del tono moral, son un imperativo para la subsistencia de la democracia.

“La complejidad del narcotráfico no permite soluciones únicas, sino diversas y consensuadas, que tienen que ver con seguridad, justicia, educación y, sobre todo, con la recuperación económica y social del campo, en un entorno de adecuada descentralización que reivindique el derecho de las regiones a una mayor participación en sus decisiones de futuro”, indicó.

Lafaurie Rivera, integrante del equipo negociador del gobierno con el ELN, concluyó afirmando que “estas reflexiones iniciales, que he tratado de resumir en tan breve espacio, así como propuestas concretas sobre la recuperación del campo como el primero de los elementos sustanciales, hoy están sobre la mesa de negociaciones, como un aporte asertivo para la reflexión y el debate, como un paso a la consolidación de un dogma nacional que convoque voluntades hacia el objetivo de la paz total”.