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Foto: Colombia.com.

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2016: otro año de temperaturas extremas en Colombia

por: - 31 de Diciembre 1969

El coletazo del fenómeno de El Niño impactó a las más de 450 mil familias ganaderas del país, que durante la mayor parte del año experimentaron intensas sequías. Muchos pensaron que las lluvias no volverían.

El coletazo del fenómeno de El Niño impactó a las más de 450 mil familias ganaderas del país, que durante la mayor parte del año experimentaron intensas sequías. Muchos pensaron que las lluvias no volverían.   Este 2016 arrancó con verano, tal y como los productores están acostumbrados a observar entre enero y marzo. Sin embargo, el inicio de este año fue marcado por la intensificación del fenómeno de El Niño que el país vivió en los últimos 3 años y que prolongó la temporada seca por el mismo tiempo.   En la Costa Caribe, el Magdalena medio, el Valle o la región de la Orinoquía, los ganaderos tuvieron que lidiar con los embates de un verano tan extremo que casi acaba por completo con sus fincas. (Lea: Recomendaciones para trabajar con condiciones climáticas variables)   En La Guajira y Cesar, los terrenos se volvieron desérticos y los animales tuvieron que ser movilizados a otras regiones lejanas o vendidos a precios irrisorios. José Domingo Cuello Daza, presidente del Comité de ganaderos de San Juan del Cesar, en La Guajira, fue uno de los más afectados por el verano.   “Yo soy uno de los afectados por el verano desde 2012. Tuve una pérdida grande de ganado, tuve que salir del 80 % y hoy solo tengo 27 animales”, dijo.   Por su parte, en Tolima y Valle del Cauca se reportaron altísimas temperaturas a comienzos de año y durante casi todo 2016. Cabe recordar que el año pasado, el primer departamento registró el récord de mayor calor en la historia de Colombia, con 43ºC en el municipio de Natagaima. (Lea: En algunas regiones del país El Niño no ha terminado)   En el Valle, los productores lecheros de municipios como Bolívar, Toro y Zarzal también se quejaron por el intenso verano que acabó con los pastos y las cuencas hídricas. Esto ocasionó una merma en la producción que casi los lleva a la ruina.   En Casanare, José Uriel Ruiz Aguirre, presidente del Comité de Ganaderos de Tauramena, manifestó que hasta marzo las sabanas estuvieron completamente secas y que la ganadería estaba pasando por un momento crítico.   “La afectación más fuerte que vivimos con el verano fue la considerable reducción de peso del ganado, situación que influye negativamente en nuestra actividad económica porque nosotros vivimos de la carne. Por otro lado, la reducción del agua nos perjudicó bastante y eso a su vez dañó mucho las pasturas porque no había llovido sino hasta hace poco, y no había con qué realizar el riego”, explicó.   Ya entrado el año aparecieron las lluvias en algunas regiones, como lo esperaban los productores, que saben que la primera temporada invernal comienza en abril y concluye en junio. Sin embargo, las precipitaciones no fueron suficientes y en algunos casos ni siquiera cayó una sola gota de agua.   En el Altiplano Cundiboyacense y el Eje Cafetero, el verano se prolongó mucho más de lo esperado, lo que hizo que la producción de leche se redujera ostensiblemente en ambas zonas. (Lea: Ganadero, siga recomendaciones de Fedegán para afrontar el verano)   Elsa Eugenia Vélez de Valderrama, propietaria de un predio de la población de Quimbaya en Quindío, señaló que las lluvias de la segunda temporada invernal, que va desde septiembre hasta noviembre, llegaron como un gran alivio.   “La crisis del verano fue muy grave. Apenas vamos a empezar a recuperarnos, porque hasta ahora los pastos están creciendo. No hemos podido poner a los animales a pastorear mientras no hayan crecido totalmente”, señaló. (Lea: ¿Los ganaderos se deben capacitar en pleno verano?)   No obstante, la situación en Boyacá y Cundinamarca fue aún más preocupante, sobre todo en el cordón lechero de Ubaté y Chiquinquirá. Solamente hasta bien entrado el mes de octubre comenzaron las precipitaciones en esta zona del país, algo que tenía desconcertados a los productores que esperaban las lluvias mucho antes.   Para los ganaderos, es claro que las fronteras entre verano e invierno se han borrado y que ya no pueden confiarse de lo que tradicionalmente conocían como la época de calor. Esto se debe a que ya no saben ni cuándo comienza ni cuánto puede llegar a prolongarse.   Por este motivo, los expertos recomiendan almacenar al máximo el recurso hídrico disponible durante las temporadas húmedas, y hacer lo mismo con el alimento bovino para no depender de suplementos o concentrados en situación de escasez.