El Comité de Ganaderos del Caquetá y la Cooperación Alemana GIZ avanzaron en la consolidación de un modelo de producción ganadera sostenible que combina formación, economía forestal y cadena de valor con productos que hoy llevan el sello amazónico, con más de 160 fincas vinculadas.
El Comité Departamental de Ganaderos del Caquetá, junto con la cooperación alemana GIZ, presentó los resultados del proyecto Apoyo al Pacto Caquetá Cero deforestación y reconciliación ganadera, una iniciativa que ha transformado la visión de la ganadería en la región.
Rafael Torrijos, gerente del comité, explicó que el programa permitió la planificación ambiental de 160 fincas, de las cuales 82 ya cuentan con reconocimiento oficial como Reservas Naturales de la Sociedad Civil.
Además, se han identificado 8.250 hectáreas de significancia biológica que hoy se encuentran en conservación, amortiguación o bajo manejo especial. (Lea en CONtexto ganadero: Día de la Tierra: así están trabajando los ganaderos para conservar bosques)
“Estamos concluyendo precisamente el trabajo del proyecto ‘Apoyo al Pacto Caquetá Cero Deforestación y Reconciliación Ganadera’. Esto nos ha permitido una batería de indicadores de resultados y objetivos cumplidos: básicamente, 160 fincas que han sido planificadas y a las cuales se les ha hecho el plan de manejo ambiental. Se les ha definido toda la ruta para ser registradas ante Parques Naturales como nuevas Reservas Naturales de la Sociedad Civil”, contó.
Formación y cadena de valor
El proyecto no solo ha sumado predios y hectáreas bajo conservación. También se enfocó en la formación de ganaderos y sus familias en temas de sostenibilidad.
Torrijos destacó que 160 productores participaron en un diplomado en gestión ganadera con enfoque de conservación, donde se abordaron aspectos socioeconómicos y el rol clave de mujeres y jóvenes en el relevo generacional.
“No solo sumamos fincas y áreas, sino que, a través de este programa de Pro Rural de la GIZ, logramos formar en el diplomado de gestión ganadera con enfoque de conservación a 160 ganaderos y también a sus familias, para que tengan un abordaje integral de la sostenibilidad en la producción de carne y leche”, añadió.
Otro avance importante fue la creación de un repositorio virtual con información técnica de cada predio mediante software especializado, facilitando la toma de decisiones. Paralelamente, se fortaleció la integración de la cadena ganadera, desde el productor primario hasta el transformador y el mercado, con productos que hoy llevan el sello de protección de la Amazonía.
“Esto lo demostramos con los productos de la marca colectiva QC del Comité de Ganaderos: 43 referencias de lácteos, quesos y derivados que llevan el sello de protección de la Amazonía colombiana”, apuntó. (Lea en CONtexto ganadero: ¿En qué consiste el pastoreo de conservación?)
Economía forestal como aliada
Por su parte, Sabine Triemer, directora de proyectos de la GIZ, resaltó la importancia de vincular la economía forestal como un ingreso complementario para los productores.
“Hemos hablado principalmente de la economía forestal, que es un componente muy importante y que hemos implementado por medio de varios socios. Hemos seleccionado los comités departamentales de ganaderos del Caquetá y del Meta, pero también hemos trabajado con la Universidad de la Amazonía, que fue un aliado muy valioso porque conoce muy bien a sus ganaderos y también el territorio y sus necesidades”, indicó.
Triemer aseguró que el bosque no debe verse solo como árboles en pie, sino como un recurso con potencial productivo y de conservación.
“Sí hay formas de proteger el bosque por medio de una ganadería sostenible. Es necesario entender las fincas de una forma más integral: no se trata solo de ganado, el ganadero muchas veces tiene otras actividades y ahí el bosque, su protección y el aprovechamiento sostenible juegan un rol fundamental”, explicó.
El desafío ahora es ampliar el alcance del programa y sumar más predios al Registro Único Nacional de Áreas Protegidas. Torrijos subrayó que la gran apuesta es devolver espacio al bosque mediante prácticas ganaderas sostenibles que permiten liberar hasta el 48% de la superficie utilizada para praderas.