En el corregimiento de Azúcar Buena, municipio de Valledupar, departamento del Cesar, la tierra se resquebraja bajo el sol implacable. Han pasado tres meses sin una sola gota de lluvia. Los testimonios de sus habitantes reflejan angustia y desesperanza. No tienen acueducto, las fuentes hídricas disminuyen drásticamente y los cultivos se marchitan. A esto se suman incendios que devoran los bosques y amenazan con arrasar lo poco que queda en pie. La situación es crítica y la ayuda del Estado, una vez más, no llega. (Lea en CONtexto ganadero: Claves de manejo para reducir las pérdidas ganaderas por la sequía)
“Este verano va a ser recio, implacable: llevamos tres meses sin agua lluvia”, advirtió Jhean Carlos Cárdenas, presidente de la Junta de Acción Comunal de la Vereda El Palmar. Su voz se corta y denota preocupación cuando toca el tema de las fuentes de agua de las que dependen:
“Nosotros nos abastecemos de un jagüey y de agua de pozo, de caños. Yo tengo unos manantiales en la finca que he protegido y ahora veo la necesidad de cuidarlos más aún. El abastecimiento de agua que teníamos en el jagüey ha disminuido mucho más por la evaporación”, refirió.
Pero el problema no es solo la sequía, sino la inacción gubernamental ante el desastre.
“No nos han traído abastecimiento en tanques. El Estado no ha hecho ninguna inversión para mitigar ese efecto del cambio climático, al contrario: se han quemado, yo calculo, más de 300 hectáreas de bosque. Pedimos la ayuda de los bomberos y los bomberos llevaban 10 meses sin que les pagaran el sueldo, entonces no podían ayudar porque en la ciudad de Valledupar no se podía quedar sin servicio”, se queja.
Entre desesperación y resistencia
Alejandro Osio Amaya, presidente de Asojuntas del corregimiento de Azúcar Buena dio su testimonio para CONtexto ganadero y aseguró que lucha por contener la devastación en su comunidad. Según explica, las fuentes hídricas han ido desapareciendo, pero los líderes comunitarios han logrado frenar las quemas que agravaban la situación.
Él mismo es agricultor y enfrenta una encrucijada.
“Este año hemos sufrido más duro el verano, cuyo inicio fue anticipado y ha sido más fuerte. La poquita agua que tenemos nos da para la casa, y las cosechas que ya teníamos tienen años y son sostenibles, pero cultivos nuevos no me he atrevido a hacer”, subrayó.
El agua se ha convertido en un lujo, al punto de que debe transportarla desde un nacedero más grande ubicado a varios kilómetros de su finca. “Está en la propia finca y se seca, entonces el agua la traigo como a 4 kilómetros a punta de manguera”, explicó.
Mientras tanto, en la parte baja del corregimiento, los incendios han sido más severos. A pesar de los esfuerzos de la comunidad para concientizar a los campesinos y evitar quemas, las altas temperaturas y la falta de agua han favorecido a la propagación del fuego.
El abandono por parte del gobierno es total. “Valledupar no tiene bomberos ni para sostenerse. Ni carrotanques, ni las autoridades de desastres, ninguna entidad nos ha querido colaborar. Hemos estado huérfanos con eso”, agrega.
Su cosecha se redujo
También, los agricultores han visto caer su producción de manera alarmante.
“Antes podía cosechar entre 2.000 y 3.000 guineos semanales, pero ahora apenas llega a 2.000 al mes. Al guineo la temperatura no lo deja producirse”, dice Alejandro Osio.
El corregimiento de Azúcar Buena, conformado por nueve veredas (El Mamón, Cuba Putumayo, Las Estrellas, Tierras Nuevas, El Palmar, Cominos de Tamacal, Sabanitas, La Montaña y La Montañita), está dedicado a la producción de alimentos esenciales para la canasta familiar. Pero si la situación no cambia, la crisis sentenciará a las comunidades y las dejará a merced de la miseria.