La ubre es mucho más que un apéndice que cuelga de la vaca: es el origen de la nutrición del ternero y el motor de la rentabilidad del hato. Conocer su fisiología, cuidados y riesgos es esencial para garantizar una producción lechera sostenible.
Como un cáliz colgante que se mece bajo el vientre bovino, la ubre es vital en el universo ganadero. Por su relevancia económica y biológica, su cuidado merece prioridad: una ubre sana es sinónimo de bienestar animal, eficiencia productiva y hato competitivo.
La ubre sostiene la vida del ternero y el sustento del hato. Este órgano complejo, formado por glándulas mamarias, conductos, cisternas y pezones, convierte nutrientes en leche, el alimento esencial para la cría y base de la industria.
Su eficiencia productiva no es asunto menor: mantener una ubre sana evita pérdidas económicas significativas. Un estudio del National Library of Medicine del Centro Internacional de Información en Biotecnología destaca que la mastitis, inflamación de la glándula mamaria, “sigue siendo una de las tres principales enfermedades que afectan la rentabilidad de los productores lecheros”.
La defensa de este órgano es también defensa del hato y del sustento rural.
Cuidados que marcan la diferencia
El secreto para una ubre fuerte reside en una gestión integral: nutrición, higiene, ambiente y monitoreo.
- Nutrición clave para defensa inmune: La falta de energía o desequilibrios nutricionales pueden afectar el sistema inmunológico. De acuerdo con el estudio, las vacas en balance energético negativo tienen mayor riesgo de cetosis clínica, y ésta se asocia con un aumento de dos veces en el riesgo de mastitis clínica. Minerales como selenio, cobre y zinc y vitaminas como la A y la E también son esenciales para mantener defensas efectivas.
- Higiene, ambiente y técnica de ordeño: La FAO recomienda rutinas estrictas en la limpieza del equipo, lavado y secado cuidadoso de la ubre, uso de desinfectantes pos ordeño y evitar espacios desaseados. Estos pasos pueden reducir la mastitis clínica en al menos un 70 %.
- Monitoreo avanzado e innovación tecnológica: Métodos como termografía infrarroja, biosensores o pruebas rápidas permiten detectar signos tempranos de mastitis antes de que impacten la producción. Estas herramientas son clave para actuar pronto y preservar la salud de la ubre.
Enfermedades de la ubre
El cuidado minucioso también implica conocer los riesgos comunes:
- Mastitis clínica y subclínica: Esta inflamación reduce considerablemente la producción, aumenta los costos veterinarios y deteriora la calidad de la leche. El recuento de células somáticas es un indicador clave: niveles elevados pueden implicar pérdidas productivas directas
- Conformación anatómica y lesiones: Ubre muy pendulosa, pezones largos o canales deformados predisponen a infecciones. Por ejemplo, se ha observado que las vacas con ubre muy profunda tienen un riesgo mayor de presentar mastitis subclínica.
- Dermatitis del pliegue de la ubre: Se trata de irritaciones causadas por fricción y humedad entre pliegues de piel, desencadenando infecciones secundarias.
- Patógenos resistentes y biofilms Bacterias como Staphylococcus aureus y especies coagulasa negativas pueden formar biofilms y mostrar resistencia a antibióticos, complicando los tratamientos.
Órgano productivo
La ubre no es solo un órgano productivo, es el epicentro del ciclo de vida en la ganadería lechera. Su buen estado es reflejo de bienestar animal, eficiencia y sostenibilidad del hato.
Implementar una nutrición equilibrada, higiene rigurosa, monitoreo tecnológico y formación técnica convierte a la ganadería en un sector que cuida, produce y perdura.