Una mala gestión del pastoreo y la cosecha de material forrajero podría estar reduciendo la productividad de la finca. El especialista Ricardo Arenas Ovalle, presentador del Manual Práctico Ganadero, alertó sobre pérdidas invisibles que afectan la nutrición animal, la eficiencia del sistema y la sostenibilidad de las explotaciones.
En las fincas ganaderas, donde la productividad muchas veces se mide por litros de leche o kilos de carne, hay un factor que suele pasarse por alto, el manejo del pasto.
Según el médico veterinario y especialista Ricardo Arenas Ovalle, un forraje bien administrado no solo alimenta al ganado, sino que sostiene toda la estructura económica y ambiental de la finca. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Por qué sembrar pastos a la antigua si hoy puede hacerlo con menos esfuerzo y mejores resultados?)
El profesional mencionó que la clave está en saber cuándo y cómo pastorear o cortar, para garantizar animales bien nutridos, evitar desperdicios y asegurar el futuro de la producción.
Lo anterior significa que no se trata de cortar pasto porque se ve alto o porque ya ‘toca’. Según el Manual Práctico Ganadero, la calidad del forraje está estrechamente relacionada con el momento de cosecha.
Cosechar en la fase final de la etapa vegetativa o al inicio de la floración asegura el máximo de proteínas y azúcares disponibles, justo cuando la fibra indigestible aún es baja. Pasarse de ese punto implica menos nutrientes y más pérdidas.
Las recomendaciones varían según el clima y tipo de pradera. En el trópico alto, el intervalo óptimo entre cortes o pastoreos es de 25 a 35 días, mientras que en climas cálidos puede extenderse de 30 a 60 días. Incluso la altura ideal de las plantas cambia, pues por ejemplo gramíneas como el kikuyo o raygrass se deben cortar entre 8 y 10 cm, mientras que las leguminosas como la alfalfa entre 15 y 20 cm.
Lo que conviene en su finca
El pastoreo continuo, ampliamente usado en ganadería de cría en el trópico bajo, es barato y fácil de manejar, pero conlleva riesgos como el sobrepastoreo, mayor carga parasitaria, más desperdicio por pisoteo y una eficiencia energética baja, ya que los animales gastan tiempo y energía buscando alimento.
Por su parte, el pastoreo rotativo requiere más inversión en cercas y manejo, pero reduce pérdidas, mejora la calidad del forraje y permite una recuperación adecuada del terreno.
Incluso más avanzado es el pastoreo racional, que integra control, rotación y análisis del estado del pasto, con resultados superiores en sostenibilidad y rendimiento productivo. Claro está, exige personal capacitado y una planificación más rigurosa.
Cosecha mecanizada
El corte mecanizado, ya sea para alimentación en fresco o conservación como silos o henolajes, permite un suministro más controlado y reduce pérdidas por pisoteo o estiércol.
Sin embargo, también implica mayor inversión, más tiempo y cuidado con el estado de la maquinaria. Aquí, el desafío está en encontrar el equilibrio, no cortar demasiado temprano, cuando hay rocío y baja biomasa, ni demasiado tarde, cuando la calidad nutricional se pierde.
La voz del experto
Para Ricardo Arenas Ovalle, presentador del Manual Práctico Ganadero de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), “desde la selección de la variedad sembrada, su proceso de siembra, el mantenimiento, así como el método de cosecha y de suministro son variables fundamentales que afectan directamente la eficiencia y la sostenibilidad del sistema ganadero”.
En sus palabras, manejar el pasto de forma eficiente es tan importante como la genética del ganado o el tipo de suplemento que se suministre. (Lea en CONtexto ganadero: El secreto de una ganadería rentable está bajo sus botas: así se cuidan las praderas)