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La ganadera que apuesta por transformar fincas pequeñas en empresas rentables

Melanny Orozco 24 de Julio 2025
Carla LondoñoFoto: CortesíaGracias a una visión definida y al aprovechamiento de tecnologías, Clara Londoño, propietaria de Agropecuaria Omega (izq.), ha logrado implementar sistemas de mejoramiento genético.

Desde el Magdalena, una joven empresaria transforma la ganadería con visión ambiental, innovación genética y liderazgo femenino. Su historia revela que, con fe, tecnología y vocación social, es posible romper barreras históricas y construir futuro para las familias que componen el agro colombiano.


Carla Londoño, una ganadera de 35 años ubicada en el Magdalena, ha marcado un hito en el sector agropecuario colombiano al obtener el Sello Ambiental Colombiano.

Propietaria de Agropecuaria Omega, la empresa no solo destaca por su modelo de ganadería sostenible, sino también por ser un ejemplo nacional de innovación, empoderamiento femenino y compromiso social con los pequeños productores. (Lea en CONtexto ganadero: Con una vaca empieza el cambio: vea si usted puede unirse al programa que transforma vidas en el campo)

Agropecuaria Omega nació como un sueño familiar impulsado por el ejemplo de padres amantes del campo. Sin embargo, lejos de ser una herencia consolidada, Londoño y su esposo emprendieron su camino desde la base, enfrentando los retos económicos y técnicos del campo colombiano.

Gracias a una visión clara y al aprovechamiento de tecnologías, han logrado implementar sistemas de mejoramiento genético, modernizar procesos de ordeño y consolidarse como referentes en prácticas silvopastoriles.

“Este reconocimiento del Sello Ambiental nos llena de orgullo. Demuestra que la ganadería colombiana puede ser competitiva, responsable y sostenible no solo en el país, sino en el mundo entero”, afirmó Londoño.

Uno de los pilares de Agropecuaria Omega ha sido su compromiso con la comunidad. Al identificar las barreras que enfrentan los pequeños ganaderos para acceder a tecnologías y certificaciones, Londoño lideró un proyecto en alianza con el Banco Agrario.

En ese proyecto, reunieron a varios productores del departamento y, mediante sistemas silvopastoriles y el uso de vacas receptoras con embriones implantados, lograron transformar los niveles de productividad en hatos que antes producían apenas cinco litros de leche por vaca. Hoy, muchos de esos mismos animales superan los 12 litros diarios, marcando un antes y un después en la economía rural.

Agropecuaria Omega cuenta con un laboratorio propio, Gemalabs, donde trabajan embriones de razas como guzerá, gyr y nelore, brindando servicios a otros productores que buscan mejorar la calidad de su carne o leche. Además, han invertido en la tecnificación del riego, el uso de software especializado y herramientas de inteligencia artificial, permitiendo una administración más precisa y eficiente.

Londoño resaltó que el agro colombiano no puede quedarse atrás, asegurando que “así como otros sectores han crecido de la mano de la tecnología, el campo también puede hacerlo. Todo esto ayuda a que las empresas crezcan y sean más competitivas”.


Conozca más sobre la hacienda en el siguiente video (si no ve la publicación, refresque la página):


Liderazgo femenino


Más allá de lo técnico, la historia de Londoño es también un testimonio del papel transformador de la mujer en el campo. Acompañada de su esposo —a quien describió como un soñador incansable— Londoño aporta el equilibrio, la disciplina y la vocación de servicio que han convertido a su finca en un referente.

Ella ha abierto las puertas de su predio a universidades y a madres cabeza de hogar, para integrarlas en el proceso productivo y en el diseño de nuevos productos lácteos con sello local.

“Ser mujer en el agro es una labor linda. Mostramos a nuestros hijos que el campo también es amor y oportunidad. Por eso invito a más mujeres a sumarse a este sueño”, expuso Londoño. (Lea en CONtexto ganadero: Agropecuaria Omega, primera ganadería del Magdalena que recibe Sello Ambiental Colombiano)

Además, esta productora está convencida de que el Sello Ambiental Colombiano no es solo una certificación, sino una llave para que los productos del campo colombiano accedan a nuevos mercados y logren mayor valor agregado. Su historia es prueba de que, con visión, fe y alianzas estratégicas, es posible transformar la realidad de cientos de familias campesinas.

Finalmente, Londoño concluyó que “salir de la zona de confort vale la pena. No solo debemos pensar como región, sino como nación. Colombia tiene las puertas abiertas para exportar y mostrarle al mundo la calidad de nuestra ganadería”.


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