Mientras la economía nacional crece por debajo de su promedio histórico, el sector ganadero reporta aumentos en producción sin reflejo en ingresos. Fedegán advierte por un estancamiento estructural agravado por la informalidad, precios deprimidos y políticas públicas sin ejecución.
El pasado viernes, el DANE reveló que el crecimiento del PIB colombiano en el segundo trimestre de 2025 fue del 2,1 %, por debajo del 2,8 % registrado en el primer trimestre.
Aunque en apariencia es una cifra positiva, José Félix Lafaurie Rivera, presidente ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) consideró que debe analizarse desde una perspectiva histórica. (Lea en CONtexto ganadero: Estos dos departamentos están en la batalla por el ganado de levante más caro del país)
Entre 2001 y 2022, el crecimiento promedio trimestral fue de 3,94 %, lo que contrasta con el 1,49 % registrado entre el cuarto trimestre de 2022 y el segundo trimestre de 2025. Esta desaceleración, advirtió Lafaurie Rivera, trae consecuencias directas sobre el desarrollo económico y la generación de riqueza del país.
“No podemos conformarnos con cifras que en apariencia parecen positivas; si el país crece por debajo de su promedio histórico, estamos hablando de un estancamiento estructural que golpea directamente a los productores del campo”, advirtió.
Este rezago general también se siente en el campo, particularmente en el sector ganadero, donde los datos volumétricos revelan la paradoja que se produce más, pero se gana menos.
Por su parte, el economista Óscar Cubillos Pedraza señaló que, si bien las cifras del DANE para el segundo trimestre de 2025 muestran un aumento en volumen de producción, no reflejan el valor económico real para el productor.
El sector lechero, por ejemplo, creció un 11,1 % en producción de leche cruda, y desde el cuarto trimestre de 2023 viene creciendo a un ritmo de 8,8 % por periodo. Sin embargo, los precios por litro pagados al ganadero han disminuido un 7 % en ese mismo lapso, dejando los ingresos reales en niveles similares a los de septiembre de 2021.
Este desfase entre producción y remuneración imposibilita una verdadera recuperación del sector, aún golpeado por la crisis. (Lea en CONtexto ganadero: Ganadería y agro han jalonado la economía en Colombia por 3 semestres seguidos)
Cubillos recordó que, aunque los insumos bajaron tras la pandemia, ahora vuelven a subir, y urge retomar las soluciones discutidas en mesas sectoriales relacionadas con la inclusión de lácteos en programas como el PAE, fortalecimiento de comedores comunitarios y raciones institucionales, ruedas de negocio, plantas de pulverización y el fondo tripartito de consumo propuesto por Fedegán.
Sacrificio ilegal sin control
En cuanto al subsector cárnico, si bien el crecimiento en faena fue de 7,8 % en el segundo trimestre y 9,2 % en el primer semestre de 2025 frente al año anterior, Lafaurie Rivera señaló que estos datos deben verse con cautela.
La base comparativa de 2024 fue débil, y la realidad es más preocupante, pues en 2013 Colombia sacrificó formalmente 4,14 millones de bovinos para una población de 45,4 millones de habitantes. En 2024, con una población de 52,7 millones, solo se sacrificaron 3,2 millones, una caída del 23 % pese al aumento del 16 % en potencial de consumo.
El problema estructural detrás, aseguró Lafaurie Rivera, es el sacrificio clandestino. Desde 2007, con el cierre de plantas de beneficio, la informalidad y la ilegalidad se apoderaron de la cadena de valor, impulsadas también por los crecientes niveles de inseguridad.
“Mientras no enfrentemos de frente el sacrificio ilegal y la falta de control sanitario, la ganadería colombiana seguirá perdiendo competitividad, y con ello, una oportunidad inmensa de generar riqueza y empleo formal”, expresó el presidente ejecutivo.
¿Y las políticas públicas?
Cubillos cuestionó el papel de las Secretarías de Salud frente a la comercialización ilegal, la implementación del sistema de trazabilidad por parte del ICA, y la ausencia de una estrategia clara por parte de Invima y los gobiernos departamentales.
En ese orden de ideas, aunque la estabilidad de precios en 2024 ayudó al consumo, en 2025 el IPC de la carne ya sube un 5,4 %, lo que genera nuevas incertidumbres inflacionarias.
Pese a una leve reacción positiva del consumo, la faena sigue sin alcanzar los niveles necesarios. Aúun con la competencia de carne de cerdo y pollo, el país debería estar superando los 4,6 millones de bovinos sacrificados al año.
En conclusión, como advirtieron Lafaurie Rivera y Cubillos, sin seguridad ni inversión el sector ganadero corre el riesgo de que su actual crecimiento inercial se frene, desaprovechando un potencial que podría transformar la economía nacional.