En un país donde la productividad del campo aún depende de la conexión entre humanos y animales, los caballos y los mulares siguen siendo aliados irremplazables. Más allá del romanticismo rural, su fuerza de trabajo representa un ahorro sustancial, un impacto ambiental positivo y una tradición viva que exige cuidado y reconocimiento.
En las sábanas del Casanare, las montañas antioqueñas o los valles de Ubaté, la ganadería sigue cabalgando. (Lea en CONtexto ganadero: Cómo seleccionar y cuidar a un caballo de finca)
Mientras el mundo rural se enfrenta al reto de producir con menos, hay quienes, sin emitir ruido ni consumir gasolina, mueven las fincas colombianas: los caballos y los mulares. Lejos de ser piezas de museos, estos animales representan hoy un capital de trabajo estratégico, económico y ecológico para miles de ganaderos en Colombia.
Para Ricardo Arenas Ovalle, médico veterinario y presentador del Manual Práctico Ganadero, su papel no puede subestimarse.
“Los equinos, más de su propio sector productivo, nos aportan trabajo necesario en nuestras producciones ganaderas, tanto para labores de vaquería como para fuerza de trabajo como animales de carga, siendo los mulares o los caballos de tiro, que nos permiten una gran cantidad de tareas, que de otra forma tendríamos que contar con tractores o vehículos de combustión, generando costos mayores e impactos al medio ambiente”, explicó.
En vez de invertir en tractores que requieren combustible, mantenimiento mecánico y formación técnica para su operación, el ganadero puede confiar en un buen ejemplar equino. Ya sea para trasladar alimentos, halar carretas o pastorear animales en terrenos irregulares, su rendimiento diario compite y muchas veces supera al de una máquina.
Las fincas medianas y grandes, donde el terreno dificulta el acceso de vehículos o la inversión en maquinaria resulta inviable, encuentran en los caballos o los mulares no solo eficiencia operativa, sino una herramienta que preserva el equilibrio ambiental.
Vaquería
La ganadería bovina y bufalina no se entiende sin estos compañeros de trabajo. En palabras de Arenas Ovalle, “los caballos y mulares de vaquería nos permiten acercarnos más fácilmente a nuestros animales y nos da una mayor seguridad que si lo hiciéramos caminando, principalmente cuando trabajamos animales nerviosos y en el potrero”.
Un buen caballo de vaquería debe tener un temperamento equilibrado, ser dócil, fuerte, resistente y ágil. Necesita girar con facilidad, responder a la voz o al gesto del jinete, adaptarse a terrenos complejos y mantener la calma bajo presión.
Además, debe contar con un instinto animal para el pastoreo, lo que lo convierte en un verdadero experto en el manejo de ganado. Su entrenamiento, su conformación física y su inteligencia marcan la diferencia entre una jornada exitosa o una llena de riesgos
Colombia cuenta con razas excepcionales para el trabajo ganadero. El caballo criollo colombiano, por ejemplo, destaca por su adaptabilidad, resistencia y temperamento ideal. El cuarto de milla, por su parte, brilla en distancias cortas gracias a su velocidad y agilidad. El andaluz, más robusto, se usa frecuentemente como reproductor, mejorando la genética de mulas y caballos de trabajo.
Los percherones y belgas, aunque menos comunes por su tamaño y costo, son esenciales en el trópico alto para labores pesadas, como el transporte de leche en carreteras o la preparación de terrenos para siembra.
Mientras tanto, en las regiones más cálidas y con menos acceso a tecnología, los mulares siguen siendo la espina dorsal del transporte rural.
Bienestar animal
Arenas Ovalle aseguró que “por todo el servicio que nos prestan los caballos en nuestras producciones ganaderas, su salud es muy importante y debe ser una prioridad para los ganaderos, al igual que su bienestar, que ha de estar siempre por encima de nuestra necesidad y apoyo en el trabajo”.
Eso implica una alimentación adecuada, acceso constante a agua limpia, un plan sanitario riguroso y el uso correcto de aperos, arneses y sillas que respeten la anatomía del animal. (Lea en CONtexto ganadero: Cómo entender a los caballos y cómo influye el no tener cuernos)
Al final del día, Arenas Ovalle confirmó que la relación entre el ganadero y su caballo va más allá del trabajo, “muchos productores compartimos nuestra pasión entre los bovinos y los equinos, y muchos caballistas se han dejado picar por el virus de la pasión por la ganadería, haciendo de estas dos actividades una simbiosis generalizada en el campo colombiano”.