El Sello Ambiental Colombiano, avalado por el ONAC y respaldado por Fedegán y el Ministerio de Ambiente, marca un antes y un después en la producción bovina del país. Más allá de una etiqueta, es una herramienta de transformación que mejora la trazabilidad, asegura sostenibilidad y abre puertas a mercados nacionales e internacionales.
En 2025, mientras los mercados globales exigen cada vez más responsabilidad ambiental y transparencia en los procesos productivos, Colombia da un paso firme con la implementación del Sello Ambiental Colombiano para la producción bovina.
Diseñado entre 2022 y 2023 por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Rural, con respaldo técnico de Fedegán – FNG y otros actores de la cadena láctea y cárnica, este sello se convierte en una oportunidad clave para los productores que buscan sostenibilidad con rentabilidad. (Lea en CONtexto ganadero: Es oficial: Colombia ya cuenta con el Sello Ambiental Ganadero)
Ricardo Arenas Ovalle, médico veterinario, autor y presentador del Manual Práctico Ganadero, lo definió como un distintivo de confianza que respalda tanto al predio como al producto final.
“Este sello tiene una base técnica sólida: está alineado con la norma NTC 6550, cumple la ISO 17067 y es el único de su categoría acreditado por ONAC. Eso le da validez nacional e internacional”, indicó.
La certificación funciona bajo un esquema de producto-servicio. Esto significa que una finca certificada puede extender ese aval a los bienes que produce: leche, carne, quesos, yogures, siempre que se cumpla con trazabilidad rigurosa. Según Arenas Ovalle, esto convierte al sello en una herramienta comercial de alto valor.
Este certificado solo puede ser expedido por organismos como Fundagán o Icontec, y el proceso de evaluación está en manos de auditores especializados con formación ética y técnica.
Las auditorías incluyen entrevistas con el personal del predio, inspección visual, revisión documental y muestreo aleatorio. No es un trámite de escritorio, es una verificación en campo.
El Manual Práctico Ganadero expuso que las normas ISO están diseñadas para estandarizar procesos de forma que garanticen seguridad, calidad y confiabilidad. Así, el Sello Ambiental Colombiano actúa como un respaldo para el consumidor y como una ventaja competitiva para el productor.
Sostenibilidad integral
Uno de los aspectos más innovadores del sello es su enfoque holístico, pues no se limita a la protección de la tierra, sino que abarca también la sostenibilidad social y financiera. Para lograr esta integración, se establecieron cuatro principios base y 16 criterios obligatorios y progresivos. Los principios son:
1. Responsabilidad ambiental.
2. Uso de mejores prácticas.
3. Buenas prácticas ganaderas (BPG).
4. Responsabilidad con los empleados.
“Cada uno se verifica mediante listas de chequeo y niveles de cumplimiento. Algunos requisitos son inmediatos y otros permiten un plan de mejora a dos o tres años, con revisión anual”, explicó Arenas Ovalle.
Cuando una finca cumple con todo, obtiene una certificación plena por tres años. Si aún está en proceso, puede acceder a una certificación condicionada, siempre y cuando presente un plan serio de cumplimiento gradual.
Conservación: Enfoque productivo
El principio de responsabilidad ambiental establece que los predios mayores a cinco hectáreas deben destinar al menos el 11 % del terreno a conservación. Esta área debe estar completamente aislada del ganado y puede incluir bosques, rastrojos, humedales, guaduales o corredores ribereños.
Si en la primera auditoría la finca no alcanza ese 11 %, puede comenzar con un 2 % y presentar un plan progresivo. Dicho plan debe tener fundamentos técnicos sólidos como restauración ecológica, siembra de especies nativas, recuperación de suelos y establecimiento de corredores biológicos.
Uno de los puntos más importantes es el aislamiento obligatorio de fuentes hídricas. Según Arenas Ovalle, “el ganado no puede tener acceso directo a ríos, caños o reservorios. Por eso, los acueductos ganaderos no son lujo, son necesidad”.
Para cumplir con este principio, el productor debe implementar al menos cinco de 13 prácticas clave: desde sistemas silvopastoriles y agroforestales hasta métodos de purificación de agua, control biológico de plagas y servicios ecosistémicos.
De acuerdo con Arenas Ovalle, “es una ganadería pensada desde la conservación, pero sin olvidar el negocio”. (Lea en CONtexto ganadero: Sin conservación no hay futuro: conozca el primer paso para obtener el Sello Ambiental Colombiano)
El sello promueve el aprovechamiento responsable del ecosistema, pero también habilita el camino hacia certificaciones internacionales que exigen exactamente este tipo de estándares.
Es por eso que adoptar el sello no solo representa una evolución técnica, también es un compromiso ético. Los predios deben demostrar tenencia legal, no estar involucrados en sanciones y respetar la vocación del suelo.
“No es solo cumplir con una lista. Es una manera de producir carne y leche que le da sentido al trabajo ganadero del siglo XXI”, concluyó Arenas Ovalle.