Adoptar buenas prácticas no solo reduce el impacto ambiental, sino que también posiciona a los ganaderos como líderes de una nueva era productiva. El segundo principio del Sello Ambiental Colombiano ofrece una hoja de ruta concreta para lograrlo, combinando eficiencia, sostenibilidad y competitividad en el sector.
En la actualidad, la demanda por productos ganaderos responsables crece. Es por esto que las fincas colombianas enfrentan el reto de cumplir con estándares ambientales cada vez más exigentes.
El segundo principio del Sello Ambiental Colombiano establece un conjunto de criterios técnicos que deben cumplirse para lograr una producción verdaderamente sostenible. (Lea en CONtexto ganadero: Sin conservación no hay futuro: conozca el primer paso para obtener el Sello Ambiental Colombiano)
Para Ricardo Arenas Ovalle, médico veterinario, autor y presentador del Manual Práctico Ganadero, esta transformación es fundamental para el futuro del sector.
“El Sello Ambiental Colombiano es más que una certificación, es un modelo de producción que nos permite ser más sostenibles. Y su metodología de seguimiento y verificación obedece al deber ser de una ganadería sostenible, siendo una herramienta de mejoramiento continuo y de garantías para el consumidor”, indicó.
Aprovechamiento de residuos
Uno de los pilares clave de este principio es el manejo responsable de los residuos orgánicos, pues no se trata solo de desechar correctamente, sino de transformar lo que antes era desperdicio en insumo útil.
Teniendo en cuenta lo anterior, la norma exige que cada finca implemente un plan documentado para aprovechar estos residuos. Las herramientas pueden ser biodigestores, lombricompuestos e incluso el uso directo en fertilización o alimentación animal.
Sin embargo, este proceso debe ir acompañado de medidas estrictas para prevenir plagas y controlar los olores. La trazabilidad y el registro riguroso de estas prácticas son esenciales tanto para cumplir la norma como para garantizar su efectividad.
No desperdiciar agua
El segundo criterio aborda un aspecto crítico relacionado con el uso eficiente del agua. Toda finca que aspire al Sello Ambiental debe contar con un acueducto ganadero que conduzca el agua hacia los bebederos de forma segura, evitando contaminación y pérdidas.
Mantener en buen estado las tuberías, mangueras y flotadores no solo es una exigencia, sino una práctica de ahorro. Además, se promueve el aprovechamiento del agua lluvia y el almacenamiento en tanques adecuados.
Si se dispone de estos tanques, será obligatorio presentar análisis de calidad del agua expedidos por laboratorios certificados. Solo así se garantiza que el agua sea apta para el consumo animal y se evitan riesgos sanitarios.
Residuos peligrosos
El tercer criterio del principio pone la lupa sobre los residuos peligrosos, un tema muchas veces ignorado pero con gran impacto ambiental y sanitario.
Es obligatorio que las fincas cuenten con un sistema establecido de almacenamiento temporal y disposición final de estos residuos, desde agujas y bisturíes hasta envases de plaguicidas y medicamentos vencidos.
Este manejo debe hacerse con total separación de la basura ordinaria y siempre garantizando la seguridad de los trabajadores. El uso de elementos de protección personal como gafas, guantes y petos no es opcional, es una responsabilidad.
Hay que destacar que algunos comités ganaderos y almacenes agropecuarios ya reciben este tipo de residuos, lo cual facilita la implementación para los productores. (Lea en CONtexto ganadero: Así puede evitar falsos sellos sostenibles y certificar su predio con respaldo oficial)
Cuidado del suelo
El cuarto criterio exige acciones específicas para proteger la cobertura del suelo. La conservación de praderas, el control de la carga animal y la planificación del aforo son aspectos que serán revisados por los auditores durante el proceso de certificación.
Está prohibido el uso del fuego como método de renovación de pastos, así como el pastoreo en áreas de páramo o zonas de cobertura natural. El manejo sostenible del suelo no solo conserva la fertilidad, sino que previene la erosión, protege la biodiversidad y asegura la productividad a largo plazo.