Mientras los ganaderos calculan costos y beneficios visibles, bajo sus pies opera una red biológica poco analizada de organismos que transforman materia orgánica en fertilidad, aireación y retención hídrica. Investigadores destacan su papel en la sostenibilidad y productividad en los campos colombianos.
Debajo del suelo de cualquier potrero, incluso el más reseco, se esconde un ecosistema complejo, diverso y vital. Se trata de la fauna edáfica, compuesta por millones de pequeños organismos que cumplen funciones clave en el agroecosistema.
Aunque pasan desapercibidos, su trabajo incide directamente en la calidad del suelo, la disponibilidad de nutrientes y el rendimiento de los pastos que alimentan al ganado. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Qué tanto conoce sobre el suelo? Aquí podrá profundizar en términos importantes)
Estos organismos se dividen en dos grandes grupos según su tamaño: la mesofauna, con cuerpos de entre 0,1 y 2 mm, y la macrofauna, que supera los 2 mm.
Diana Beatriz Sánchez López, Manuel Ramón Espinosa Carvajal, Lily Lorena Luna Castellanos y Liliana Margarita Atencio Solano han resaltado en una investigación la relevancia de estos microorganismos para el modelo productivo de ganadería sostenible, particularmente en regiones como los Llanos Orientales y la sabana colombiana, donde la presión sobre el suelo es constante.
Estos organismos no solo habitan el suelo, lo construyen. Son capaces de mejorar su estructura física al generar poros que facilitan el movimiento del aire y del agua. Esto reduce la compactación y evita la formación de capas endurecidas que limitan el crecimiento de las raíces.
Además, desempeñan un papel esencial en la retención y filtración del agua, elementos clave para enfrentar la variabilidad climática.
Su función más notable es la transformación de la materia orgánica en humus, pues descomponen residuos vegetales y animales, liberando nutrientes en formas que las plantas pueden absorber. Gracias a esto, mejoran la fertilidad del suelo y la productividad de las pasturas, haciendo más eficiente el sistema ganadero sin necesidad de insumos costosos.
Los expertos coincidieron en que la biodiversidad de la fauna del suelo es indispensable para el equilibrio del agroecosistema. La abundancia y riqueza de estos organismos cambian según la vegetación, el tipo de cobertura, el clima y el manejo del suelo. En los modelos sostenibles, se clasifican en cuatro grupos funcionales:
- Ingenieros del ecosistema (lombrices, hormigas, termitas).
- Detritívoros (o descomponedores).
- Depredadores.
- Herbívoros.
La mayoría pertenece al primer grupo, que consume y transforma materia orgánica y estructura el suelo. Otros, como ciertos artrópodos, cumplen roles complementarios como controlar poblaciones, acelerar procesos de descomposición o regular las cadenas tróficas del suelo.
Ganancia que no se ve
En los sistemas productivos intensivos que descuidan el componente biológico del suelo, la pérdida de esta fauna puede ser silenciosa, pero significativa. La degradación de la estructura, la escasa retención de agua y la baja disponibilidad de nutrientes llevan a una menor productividad del forraje, lo que impacta directamente en la alimentación del ganado y los ingresos del productor.
“Los suelos son más que un soporte físico; son un organismo vivo que necesita ser manejado con conocimiento”, explicaron los académicos. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Por qué se deben conocer los componentes del suelo?)
Por eso, los investigadores recomiendan implementar prácticas como la rotación de potreros, el uso de coberturas vivas y la incorporación de materia orgánica, esenciales para mantener activa esta red subterránea.



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